El mal tiempo activa las ventas en los comercios de las comarcas

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

miguel souto

Confían en que se mantenga para levantar una temporada que empezó muy floja

13 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La llegada de las primeras lluvias de otoño y la bajada de las temperaturas está sirviendo de impulso a las ventas de la temporada otoño-invierno. En los comercios de la zona explica que estos días se notó también una mayor presencia de compradores en las tiendas. Tanto que en una su propietaria explicaba que el jueves por la mañana, después del temporal nocturno y el frío que ya se empezaba a notar, varias clientas entraron al establecimiento pidiendo lo mismo: abrigos y plumas gruesos de invierno total.

Un tipo de prendas que, en algunos casos, no estaban aún ya en los escaparates sino en los almacenes de cada comercio esperando que el otoño llegase de verdad. Más de una comerciante apuntaba que «ata o de agora, con este tempo que había totalmente de verán e esta calor, a xente non quería saber nada de prendas de abrigo, ata lles custa probar ese tipo de roupa porque non a aguantan coa calor».

De ahí que en una paseo por los establecimientos de la zona lo que más abunden sean las llamadas prendas de entretiempo que igual valen para un roto que para un descosido. Eso sí, con los colores más apagados típicos de esta estación. En las tiendas indican que «foi chegar algo de fresco e empezar a vender» alegando que «a xente xa ten gana de poñer cousas novas, e chega un momento que xa se farta da roupa de verán».

De hecho, la mayoría comenta que el mes de octubre empezó mucho mejor que el anterior. Sobre todo, a partir del inicio de esta semana, con la temperatura bajando un poco y las mínimas cayendo se activó la venta de ropa y calzado más otoñal.

Los comerciantes se quejan de que el tiempo les sigue jugando malas pasadas y, al menos, confían que este año ya a partir de ahora lo del verano y las temperaturas altas pase a mejor vida. Será, dice, bueno para las ventas y les permitirá irse recuperando de unas cuantas temporadas muy malas en las que la primavera y el calor no llegaban hasta casi las rebajas de julio y el frío no aparecía hasta cerca del Black Friday en el mes de noviembre. La consecuencia era que el grueso de las ventas se hacían ya con descuentos y rebajas diezmando considerablemente las ganancias

En Lalín, estos días aún se puede ver algún escaparate con calzado de liquidación de la temperada de verano. La mayoría esperó a vestir los escaparates con las prendas, complementos y calzado de la nueva temporada hasta pocos días antes de las fiestas de As Dores a mediados de septiembre. Y es que los 30 grados que marcaban los termómetros no invitaban a otra cosa y los comercios seguían vendiendo el stock que les quedó del verano, que es también lo que demandaba el cliente. Ahora, los pijamas de franela, las batas de casa de invierno ya lucen en las tiendas y los paraguas comparten espacio con los bolsos y las bufandas. Habrá que esperar a ver como sigue evolucionando el tiempo. El comercio, de momento, sigue mirando al cielo.

Ropa de abrigo y calzado para los niños de la casa

Hay compras que no pueden esperar y esas, son entre otras, las de los más pequeños de la casa. Los niños crecen y de un año para otro no les vale nada. El curso empezó con temperaturas de verano y no había, dicen en las tiendas, quien comprara ropa de invierno, aunque así alguna de entretiempo. Lo mismo pasa con el calzado, con la lluvia, en las tiendas esperan empezar a incrementar las ventas a partir de hoy y de la semana que viene y entienden que si el frío y el agua se mantienen, los clientes acudirán a renovar los armarios infantiles.

Como lo del cambio de clima no es nuevo, en las tiendas reconocen que cada vez compran más ropa que sirva casi para todo el año porque es lo que tiene más salida. El cliente también valora una renovación continua a lo largo del año, no solo dos veces al año. Buscan novedades y, dicen, hay que darles lo que quieren.

Un mes de retraso y el pequeño impulso de las fiestas y festivos

Para el comercio local esta temporada, al igual que para los agricultores, está llegando con un mes de retraso. Si los cultivos y hasta el crecimiento de los enjambres de las avispas velutinas va con un mes de retraso por culpa de las lluvias de julio, un verano que empezó en agosto y un otoño que parece arrancar en octubre, a las ventas de las tiendas les pasa lo mismo.

Además de la aparición de las lluvias y unas temperaturas más acordes con el calendario, los comerciantes también coinciden en que algo ayudó también la festividad del Pilar estos días, aunque apuntan que hubieran preferido que la festividad cayese por ejemplo este domingo, para dar tiempo a que los clientes pudiesen aprovechar el sábado, una jornada en que muchos no trabajan, para poder ir de tiendas.

En cuanto a las fiestas, se quejan de que el otoño tenía que haberse dejado sentir allá por septiembre, un mes, en el caso de Lalín, en el que muchos compran para estrenar en las fiestas tanto las de Donramiro como en las de Lalín. Este año, dicen, con unas temperaturas más que veraniegas, los vecinos tiraron ya de la ropa de verano que tenían porque ni de noche hacía falta demasiada ropa de abrigo.