Las manos protectoras de Forcarei

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

FORCAREI

Ana Pampín y Mari Carmen Sánchez cosen batas transpirables para el SAF y el personal de las residencias

24 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las dos viven en Forcarei, las dos saben coser y las dos comparten el mismo espíritu solidario. Por eso maestra y pupila han acabado colaborando para dotar del material de protección que escasea al personal del Servizo de Axuda no Fogar (SAF) de Forcarei y de las residencias locales.

Mari Carmen Sánchez Garea es modista jubilada. Lleva toda su vida cosiendo. Siendo una chiquilla aprendió el oficio con Élida Barreiro y con solo 16 años ya se puso a trabajar para ganarse un sueldo. Después Mari Carmen se fue a labrar un futuro mejor a Alemania y también allí estuvo vinculada al mundo de la confección. «Traballei nunha fábrica de confección de cabaleiro. Faciamos traxes, abrigos, chaquetóns... Aprendín moito do oficio», explica la forcaricense. De regreso a la tierra siguió trabajando por cuenta propia como modista hasta que se jubiló hace cinco años. «Botei a vida cosendo, dos 16 ata os 65 anos. Algo debo saber...», bromea.

Mari Carmen disfruta ahora de una jubilación activa en la que compagina el cuidado de la casa, pequeños cultivos domésticos y la crianza de sus «churras». «Son os animais dos xubilados, porque dan pouco traballo», comenta. La máquina de coser la tenía un poco de lado hasta que llegó el COVID-19. «Escoitei que había falta de material de protección e que había moita xente por aí que estaba axudando no que podía. Chamei ao Concello para ofrecerme a coser o que fixera e dixéronme que batas», explica. «Eu estou xubilada e o tempo chégame ben», comenta.

El Concello le suministró 500 metros de tela donados por la fábrica de colchones Kamaboo, del polígono de O Sangal (Cerdedo), y un modelo de bata. El resto fue coser y cantar.

Al conocer el ofrecimiento de Mari Carmen, una exalumna suya quiso echar también un cable. Ana María Pampín Silva fue pupila de Mari Carmen cuando rondaba la mayoría de edad. «Estiven cosendo con ela un tempo e despois púxenme á fronte do bar Mediodía, que era de meus pais. Máis adiante empecei a compaxinar o traballo no bar co meu traballo como auxiliar de xeriatría na residencia de aquí de Forcarei», cuenta. El bar cerró hace un par de años, pero Ana María compagina ahora la atención de la pensión Mediodía -en estos momentos cerrada por el estado de alarma- con su trabajo en la residencia y el cuidado de dos abuelos. Aún así, ha sacado tiempo para coser batas. «Mari Carmen para min é como unha nai. É u nha persoa moi especial. Cando me enterei de que estaba cosendo para axudar apunteime a botarlle unha man. A semana que non traballo na residencia podo sacar tempo», explica.

Alumna y pupila ya han cosido en total más de 180 batas transpirables y están dispuestas a seguir trabajando solidariamente mientras la situación sanitaria lo requiera.