Improvisan mamparas de vinilo en los taxis en busca de más protección

Rocío García Martínez
rocío garcía LALÍN, A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Miguel Souto

La mayoría opta por mascarillas, guantes y limpieza exhaustiva contra el COVID-19

18 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La instalación de mamparas en los taxis para la protección mutua de profesionales y clientes durante el viaje se está imponiendo en algunas ciudades. Antes eran contra los robos o la delincuencia. Ahora proliferan contra otro enemigo poderoso pero invisible.

A las comarcas de Deza y Tabeirós, ha llegado una versión más básica del sistema de protección. Algún taxista de la comarca dezana ha optado por reforzar la protección instalando entre los asientos delanteros y los traseros una mampara de vinilo. Frente a las fijas de cristal o metacrilato, tiene dos ventajas: resulta mucho más económica y su instalación es fácilmente reversible.

El taxista lalinense José Antonio González Gutiérrez es uno de los profesionales que ha optado por este sistema. «Hai xa máis de un mes que o puxen, cando comezou todo isto. Sempre é algo máis de protección», cuenta. En todo caso, González, como todos sus compañeros de profesión, dispone de más medios para evitar el contagio. «Levo no coche dúas caixas de guantes, unha de señora e outra de cabaleiro. Eu levo sempre guantes postos e mascarilla e o coche desinféctoo con alcohol e lixivia despois de cada viaxe», explica.

Pese a todas las precauciones, González constata que el negocio ha caído en picado. «Non facturo nin 300 euros ao mes. Xa non estou na parada porque non paga a pena. Estar alí é perder o tempo», asegura.

Otro taxista lalinense, José Cidre, corrobora sus palabras. «Trabállase un 80 % menos. E quédome corto», dice. Él también hace uso de mascarilla y guantes e intenta cobrar siempre con tarjeta para disminuir riesgos. Tras cada viaje limpia meticulosamente el vehículo con alcohol y desinfectante.

Parados en la parada

En A Estrada, José Luis Fontenla y José María Bermejo son dos de los taxistas que continúan yendo a la parada pese a la caída de la clientela. «Agora a xente móvese menos. Algún que ven á farmacia ou á compra, pero xa lle levan case todo á porta da casa, no hospital canceláronse case todas as citas e ao centro de saúde tampouco veñen porque hai moito medo», cuenta Fontenla. Este taxista considera poco operativa la instalación de una mampara. «Xa o espacio é reducido...», constata. Él opta por usar guantes siempre y mascarilla cuando va ocupado y desinfectar todo con un paño con agua y lejía. «Xa está todo blanqueando un pouco, pero hai que facelo», dice.

Bermejo también utiliza una solución de alcohol con agua y un bactericida para limpiar cinturones, manetas y asientos en cada viaje. «Limpio más de lo que trabajo. Estar en la parada es desesperante. Pasan cuatro horas y no aparece nadie», indica.

Desde Silleda, Benito Mariño corrobora la tendencia. Tampoco él es partidario de instalar una mampara fija en el vehículo. «A maioría de nós é o coche que temos. Se agora temos que facerlle buratos para poñer a mampara, mellor xa pechamos o chiringuito. Estamos traballando o 10 % do que traballabamos», explica. Como sus compañeros, ha convertido las mascarillas, el gel desinfectante y el agua con alcohol o lejía en sus compañeros de viaje inseparables para protegerse a sí mismo y al cliente.