Reportaje | Un pueblo que se transforma en una pequeña ciudad Las nuevas edificaciones buscan sitio en antiguas industrias y negocios que pasaron de ocupar fincas periféricas a estar situados en solares de las principales calles
12 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.?l crecimiento de Lalín supone también la transformación de las antiguas industrias y negocios, y conlleva en muchas ocasiones su desaparición. Es un fenómeno que no es nuevo. Así ocurrió, hace años, con la llamada Casa do Ferrador, que era una antigua fonda y parada del Castromil que obstaculizaba la calle Observatorio: hoy en día su sitio lo ocupa el edificio de Dofeca. Los primeros años setenta fueron también testigos de una fuerte transformación de aquel Lalín que buscaba su primera gran expansión urbana. El antiguo almacén de Valdés, situado tras la iglesia, cerraba la entrada a lo que hoy es la calle D: el derribo del almacén permitió la urbanización de toda la zona de la calle D hacia Plaza de la Marina y Penatoares. También Pintor Laxeiro hubo de esperar a la llegada de los años 70 para ver desaparecer el esquinado edificio que impedía la progresión de la calle. En otros casos, fueron edificios como el ocupado por el Cine Español en la calle General Franco los que se transformaron en viviendas y galerías como las Pelayo. O el antiguo almacén de Higinio en Joaquín Loriga, o la transformación del Campo da Feira Vello, cuando su entorno comenzó a poblarse de edificios. El nuevo Lalín busca la expansión en zonas nuevas, aunque tiene pendientes todavía tapones como el de Rosalía de Castro. Pero en otros casos, los promotores buscan transformar antiguas industrias en nuevos edificios: son fábricas como la antigua serrería González, conocida como la do Lamego, que se desmantela por la jubilación de sus propietarios y podría dejar paso a nuevas viviendas. O el emblemático café López y El Astronauta, que dejarán paso en la calle Rosalía de Castro a un nuevo edificio, al igual que el contiguo que hace esquina con Pardo Bazán.