La Mannschaft vela armas en un enorme complejo de Adidas, rodeado de naturaleza y donde pretende revivir la atmósfera de Campo Bahía en el Mundial de 2014
03 jul 2024 . Actualizado a las 18:09 h.Adornos típicos con el león, parte del escudo de armas de Baviera, caracterizan las casas tradicionales con entramado de madera y techos de paja en Herzogenaurach, una pintoresca y tranquila ciudad con poco más de 20.000 habitantes donde Alemania ultima su preparación para el duelo de cuartos de final ante España, considerado como una final anticipada por el nivel exhibido por ambos selecciones. Este rincón bávaro no se conocería de no ser porque marcó la enorme rivalidad entre Adidas y Puma, dos gigantes de la moda deportiva que todavía tienen su sede central aquí. Ubicado a unos 30 kilómetros de Nuremberg y 150 de Múnich, es legado de una batalla fratricida entre dos hermanos, Adolf y Rudolf Dassler, que crearon sus propios imperios.
En concreto, el búnker de Mannschaft es un macrocomplejo de Adidas, diseñado para «despertar el espíritu» de su último gran éxito, el Mundial de 2014. En Brasil, el lugar elegido era un complejo aislado turístico insular al que solo se podía acceder en ferry y que se diseñó de manera específica para acoger a Alemania. A día de hoy, los anfitriones aún consideran Campo Bahía como un factor diferencial para forjar la camaradería de aquel equipo que sentó las bases para el triunfo de la selección de Joachim Löw.
En su propio país, con un aislamiento más complicado de lograr que en la jungla brasileña, la federación alemana (DFB) eligió un pueblo que entrelaza, historia, deporte y fútbol. Oliver Bierhoff, ganador de la Eurocopa de 1996 como delantero y exdirector de la selección que renunció tras la temprana eliminación de su país en el Mundial de Catar, jugó un papel clave en el desarrollo de la Home Ground, base de la Mannschaft en la Eurocopa.
Bierhoff apuntó entonces que el campamento se diseñó para «despertar un espíritu, una determinación y una voluntad de ganar» como las que se consiguieron en Brasil. Adidas ha actualizado en los últimos meses las instalaciones de entrenamiento y las viviendas del complejo, que incluyen una oficina para los entrenadores, salas de reuniones, comedor, gimnasios, salas de fisioterapia, rehabilitación y recuperación e incluso un área común con videoconsolas. Los entrenamientos, la mayoría a puerta cerrada, se celebran en el estadio Adolf Dassler, incluido en el propio complejo y que dispone de una pista de atletismo de seis calles.
El cuartel general de los germanos se encuentra fuertemente vigilado, rodeado de frondosa vegetación y arboledas de gran tamaño. Una fórmula para evitar las miradas indiscretas de periodistas, sobre todo de los tabloides alemanes y sus drones. Los jugadores conviven en bungalows de tres o cuatro habitaciones que rodean una piscina. Recientemente, Joshua Kimmich, mediocentro reconvertido en defensa derecho, reveló que el reparto de los alojamientos se divide por posiciones y que él se encuentra «en la unidad de los laterales».
Plaga de mosquitos
El portero Manuel Neuer, uno de los tres supervivientes junto a Toni Kroos y Thomas Müller de aquella selección que se coronó en Brasil, asegura que el equipo está encantado de volver al hogar en el que se prepararon para los últimos certámenes. «Quienes llevan aquí más tiempo ya conocen el lugar y se sienten como en casa», afirmó el guardameta del Bayern. La DFB aprovecha la coyuntura para mostrar vídeos que se han hecho virales en Alemania en los que se aprecian a los jugadores divirtiéndose, interactuando, viendo partidos de la Eurocopa y respondiendo a curiosas preguntas sobre los propios compañeros de equipo.
Como nunca llueve a gusto de todos, resulta que tanta vegetación, unida al clima húmedo que hay y a las recientes inundaciones, provocaron una invasión de mosquitos en la concentración alemana. Un problema que complicó el día a día de la tetracampeona del mundo. El propio seleccionador, Julan Nageslman, expresó su frustración: «Tenemos una plaga de mosquitos tremenda. Necesitamos asegurarnos de que haya algo de viento para reducir su número. Si no, tendremos que mudarnos», dijo. Neuer pidió que las mosquiteras estuviesen siempre cerradas y el delantero Miximilian Beier, se lo tomó con humor. «Ya me han picado dos o tres veces, pero si este es el mayor problema que tenemos, entonces todo está bien». La zona de la piscina grande donde instalaron una pantalla gigante para que los jugadores pudieran seguir los partidos de la Eurocopa al aire libre, se convirtió en uno de los lugares a evitar. Gracias a los repelentes y a la instalación de ventiladores para generar corrientes de aire y ahuyentar a los insectos, la situación se ha mitigado.
Se da la circunstancia de que la relación de Adidas con la DFB se mantuvo de maravilla hasta este año, cuando la federación anunció que había firmado un acuerdo con el gigante estadounidense Nike a partir de 2027, básicamente porque había duplicado la oferta de Adidas. Tras una enorme polémica, la multinacional alemana se ha propuesto mostrarle a la DFB todo lo que se va a perder. «No importa lo que ocurra en el futuro, apoyamos a la 'Mannschaft' al cien por cien. Nosotros somos los seguidores y vosotros una familia», declaró Bjorn Gulden, CEO de Adidas procedente de Puma.
Las zapatillas de Jesse Owens
Antes de que existieran estas dos firmas germanas, Adolf y Rudolf Dassler ya habían fabricado las zapatillas que ganaron cinco medallas olímpicas. Fue en los Juegos de Berlín 1936 y el velocista que les dio fama fue Jesse Owens, la leyenda negra del atletismo estadounidense que impartió una lección antirracista magistral a Hitler. Ese éxito histórico fue el último que compartieron los familiares.
La historia, muy bien explicada en Wordpress, dice que Rudolf, el mayor, y Adolf, el pequeño, heredaron un taller de zapatería familiar en Herzogenaurach. Adolf era el artesano y Rudolf el cerebro comercial. Ambos amaban el deporte y su obsesión era fabricar la zapatilla deportiva más ligera. A fe que lo consiguieron, pero la guerra y sus recelos los separaron para siempre.
Adolf se quedó en el pueblo para atender el taller, que el régimen nazi convirtió en proveedor de ropa de cuero para fines militares, mientras que Rudolf fue enviado al frente y encarcelado tras la derrota de Hitler. Se acusaron entre ellos de ser filonazis y se separaron formalmente en 1948. Los dos crearon las marcas que dominaron el mercado de zapatillas y ropa deportiva hasta que la década de los 80, cuando surgió la enorme competencia estadounidense.
Todo el pueblo se vio forzado a tomar partido, al modo de hinchas de equipos rivales. Unos iban a unos bares del pueblo que los otros jamás pisaban. A Herzogenaurach se la conocía de forma popular como «la ciudad de los cuellos torcidos». Cuentan que sus residentes se caracterizaban por mirar los zapatos de los desconocidos para determinar qué marca llevaban antes de saludarlos.