La amenaza de la «Modricmanía»

ignacio tylko BERLÍN / COLPISA

DEPORTES

Wolfgang Rattay

La invasión croata en Neuruppin, cuartel general de los «Vatreni», es un anticipo de lo que le espera a la selección española este sábado en Berlín

14 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Famosos por su nacionalismo exacerbado y esos peligrosos espectáculos pirotécnicos durante los partidos que ponen en jaque a su propia federación y a la UEFA, sin importarles sanciones ni amenazas coercitivas, los croatas velan armas para el estreno del sábado ante España en el Olímpico de Berlín, donde las autoridades calculan que tres cuartas partes del estadio estarán invadidas por hinchas ajedrezados.

A diferencia de lo que sucede con el combinado español, arropado habitualmente por estudiantes, emigrantes e invitados para la ocasión, los croatas siempre siguen en masa a su selección. Allí, la patria, el equipo de todos, está muy por encima de la pasión por los clubes. Además, hay que tener en cuenta que en Alemania residen en torno a 450.000 ciudadanos de origen croata, pequeño país con apenas cuatro millones de habitantes.

Los Vatreni, que traducido al castellano viene a significar ardientes o llenos de fuego, son una familia. Y el padre espiritual de todos es el madridista Luka Modric, el último en incorporarse a la concentración, recibido como un héroe por sus compañeros, con el himno de la Champions de fondo y una tarta en su honor.

La última oportunidad

A menudo cerca de la gloria con la Ajedrezada, finalista en el Mundial 2018 y tercero en la Copa del Mundo de Catar 2022, el capitán de Zadar dispondrá en Alemania, probablemente, de su última ocasión para dar un gran título a su país.

Modric está en el foco de todos. Profundamente religioso, como la mayoría de sus compatriotas, ya fue el principal protagonista en el recibimiento del Papa Francisco a los croatas a diez días de su debut en la Eurocopa. Junto a él, otras estrellas de mucho menor calado como Marcelo Brozovic o Mateo Kovacic.

Luka, el último en ponerse a las órdenes de Zlatko Dalic, participó en el triunfo ante Portugal en Lisboa al anotar, de penalti, el 0-1 que preludió el 1-2 final para los balcánicos, fruto de la diana también sellada por el español Ante Budimir. Toda una declaración de intenciones.

Ya en Neuruppin, la pequeña localidad a unos 75 kilómetros de Berlín donde se ubica el cuartel general del equipo de Dalic, la Croaciamanía, más bien Modricmanía, se desató desde que la selección fue recibida por una muchedumbre en la plaza principal.

En el pequeño Volkparkstadion, recinto de cuarta categoría a siete minutos en coche del hotel, se congregaron más de 4.000 aficionados para presenciar el primer entrenamiento, único a puerta abierta. Se agotaron todas las localidades y, según afirmaron los trabajadores de la expedición balcánica, «si hubiesen cabido 20.000, hubieran venido». Modric, siempre amable y accesible, se hizo un sinfín de fotos con sus incondicionales, sobre todo con los más pequeños.

Los años no merman el peso específico del centrocampista

Tras el Mundial de Catar, el futuro de Modric parecía incierto. Un año y medio después, el eje del juego croata, de 38 años, sigue plenamente vigente, hasta el punto de que se da por hecha su continuidad un curso más en el Real Madrid. Día a día, es el tipo más aclamado, seguido de lejos por el cityzen Josko Gvardiol. Cada vez que los jugadores asoman por la puerta del Resort Mark Brandenburg para airearse o ir a ejercitarse, el pueblo se alborota. Dentro del resort lo que hay es un remanso de paz, un centro termal con vistas al lago Ruppiner que se enorgullece de tener su primer manantial curativo certificado por el Estado: salmuera natural en la piscina cubierta y al aire libre, la sauna del lago flotante, numerosas saunas temáticas, una excelente oferta deportiva y una enorme pradera para que los ajedrezados maten el aburrimiento, la rutina de las concentraciones.

Desquite

Pese a las extremas medidas de seguridad impuestas por la organización debido a la tensa situación geopolítica y a las latentes amenazas extremistas, los aficionados llenan las calles de Neuruppin, localidad del estado de Brandenburgo considerada «la más prusiana de las prusianas» y lugar de nacimiento de Theodor Fontane (1819-1998), novelista y poeta considerado el principal exponente del realismo literario en Alemania. Al norte de la localidad, tras la Segunda Guerra Mundial el ejército soviético estableció una base aérea militar que fue cerrada tras la reunificación germana debido a protestas masivas contra el ruido.

Ahora son los hinchas croatas quienes superan el límite de decibelios aconsejado. Tras la victoria española por penaltis en la final de la pasada Liga de Naciones, los balcánicos quieren desquitarse. Hay optimismo tras ese triunfo ante los lusos, uno de los favoritos en el Europeo. Zlatko Dalic trata de poner cordura: «Tenemos que ir paso a paso, despacio y con calma. No podemos dejarnos atrapar por la euforia. Fue solo una victoria en un amistoso. No quiero euforia, ni subir el listón, nada de eso. Jugamos contra España y será incluso más igualado. Si no podemos jugar un 20 % mejor que ante Portugal, entonces nos podemos olvidar de ganar», destaca el preparador bosniocroata.