El Real Madrid, a la final de la Euroliga (87-76)

José Manuel Andrés COLPISA

DEPORTES

Fabrizio Bensch | REUTERS

El conjunto blanco venció al Olympiakós y se verá las caras con el Panathinaikós en busca de su segunda corona europea consecutiva

24 may 2024 . Actualizado a las 23:54 h.

El Real Madrid no solo derrotó al Olympiakós para reservar una plaza en la final de la Euroliga, la tercera consecutiva del conjunto blanco, sino que además envió un mensaje claro a sus compatriotas griegos del Panathinaikós, verdugo del Fenerbahçe y último obstáculo hacia una segunda corona consecutiva inédita desde 1968.

El primer asalto del mejor equipo de la liga regular fue una auténtica declaración de intenciones, dejó encarrilada la victoria tras dos primeros cuartos de escándalo, y aunque fue loable la reacción helena tras la pausa, el tremendo arsenal que maneja Chus Mateo volvió a marcar las diferencias.

Aunque el microondas Canaan y Peters hilaron fino desde el perímetro, contestó pronto Hezonja, extramotivado a cuenta de ese runrún constante sobre su futuro y una renovación pendiente con mucho dinero en juego. También Musa, su socio predilecto. Excelente puesta en escena de los brates, que castigaron a base de triples a una de las mejores defensas del Viejo Continente.

Los aciertos de tres con sabor balcánico, hasta cinco de seis, hicieron despegar al Madrid, también impulsado por el poderío de Tavares en la pintura y la lectura de Campazzo, siempre el más listo de la clase.

El campeón de Europa dominaba por fuera, lo previsto, pero también por dentro, coleccionando rebotes pese a la generosa nómina de interiores en el Olympiakós. Solo faltaba Yabusele, reservado de inicio por Chus Mateo y que apareció para disparar a los suyos en el marcador.

Orgullo heleno

Después de encarrilar el partido con los pesos pesados el paso adelante de una segunda unidad de lujo que marca las diferencias rebajó cualquier expectativa de recuperación helena. El eterno Sergio Rodríguez declaró el estado de felicidad en el Madrid con una exhibición propia de los Globetrotters. El canario castigó desde la distancia y se divirtió con esa clásica sociedad limitada junto a Poirier que pone a volar al francés.

Así las cosas, el Olympiakós no sabía cómo frenar un vendaval que se iba por encima de la veintena de distancia, amenazando seriamente con resolver la semifinal por la vía rápida. El Madrid triplicaba a su rival en capturas y también doblaba las asistencias griegas. Hasta 25 puntos llevó su demoledora renta (54-21) con una escandalosa valoración de 77 al descanso, mientras el equipo de El Pireo se aferraba al acierto del volcánico McKissic para rebajar la desventaja por debajo de la veintena ante de enfilar el camino a los vestuarios.

Entre Peters y Williams-Goss derribaron esa barrera psicológica de los diez puntos a seis minutos del final. Saltó la alarma del Madrid, que despertó a tiempo, apretó los dientes en defensa y frenó el flujo constante de puntos que Olympiakós necesitaba para la hazaña. Sólida gestión de los últimos minutos del campeón de Europa, que con Musa como estilete se situó a un paso de revalidar su condición.