El baloncesto de la ACB es un lujo para el aficionado al deporte de la canasta. La aseveración vale para la Liga Endesa, de la que disfrutan el Obradoiro y el Breogán y por la que está peleando seriamente el Básquet Coruña, y particularmente para la Copa del Rey, la joya de la corona. Real Madrid y Barcelona regalaron una final de muchos quilates, jugada de poder a poder, con un marcador que puede inducir a error. Porque a falta de poco más de tres minutos los blancos solo ganaban por cuatro puntos. Porque, a pesar de los elevados guarismos, los dos equipos se emplearon a fondo en defensa. Pero rayaron a un nivel muy alto en ataque, con un acierto notable, sabiendo buscar y rentabilizar sus ventajas.
Dos triples de Yabusele y uno de Deck rompieron la igualdad en los compases iniciales del último cuarto. Y, aunque el Barcelona llegó a acercarse a cuatro puntos, el Real Madrid supo gestionar su renta sacando petróleo de las acciones de uno contra uno. Y un apunte en la administración de tiempos del equipo blanco: Tavares y Poirier se repartieron los minutos en el cinco; Musa jugó 30, Deck 29 (no fueron más por las faltas personales), Yabusele 31 y Campazzo 33. Chus Mateo apenas hizo cambios, sobre todo tras el descanso. Cuando el cinco en pista funcionó, lo exprimió.