«El Barcelona nos roba», y ya no nos sorprende

DEPORTES

GERMAN PARGA / FC BARCELONA / HA

16 feb 2023 . Actualizado a las 21:51 h.

El Barcelona pagó durante 15 años al vicepresidente de los árbitros españoles. Y a los salpicados por semejante escándalo, como mínimo por un inmoral conflicto de intereses, les parece normal. Tan podrido está el fútbol que la culpa para algunos, otra vez, es del mensajero. Hasta tal punto que Joan Laporta, en lugar de cargar contra quienes mancharon de forma obscena la imagen del club que preside, se pregunta por qué se conoce ahora el chanchullo. Otros callan, esperan, estudian el caso... ¿Pero tantos cómplices hay de las cloacas del fútbol? La industria más seria de este deporte, que se intenta sacudir la imagen de cueva de ladrones, herramienta política y manga ancha con que se identificó a la peor versión del tinglado durante años, con los palcos más elitistas convertidos en reservados para tejer alianzas y corruptelas, recibe otro golpe. Y desde el FC Barcelona se alienta el victimismo. La respuesta, parafraseando el eslogan de las conspiraciones indepes, sería otro parecido: «El Barcelona (como Madrid al nacionalismo) nos roba». Lo grave es que ya no nos sorprende. Porque la espiral de presuntas irregularidades que el club catalán dirime en la justicia resulta interminable: espionajes, regates a Hacienda, pagos de favores...

¿Qué hacen por ahora las instituciones afectadas (Liga, CSD, Comité Técnico de Árbitros, rivales...)? De momento, aparentan un tímido enojo y se lo piensan, con respuestas demasiado tibias cuando en este caso solo cabe un camino: o se es culpable o se es víctima. ¿En qué lugar quedan los árbitros (honestos como el que más) por la sombra de duda generada por Enríquez Negreira y el Barcelona?

El escándalo irá a más. Descubierto, como muchas grandes tramas, de una forma colateral, no por quien debía velar por el juego limpio. Aquí fue una irregularidad con Hacienda la que hizo aflorar un contrato con el vicepresidente de los árbitros entre el 2016 y el 2018, pero el propio Bartomeu reconoce los pagos desde el 2003. Es decir, un compadreo institucionalizado, a través de entregas de dinero continuas durante casi 15 años. Una relación de asesoría que terminó, vaya casualidad, cuando Enríquez Negreira dejó de tener responsabilidades en el estamento que imparte justicia en el campo de fútbol.

Gracias a las revelaciones periodísticas y judiciales de los últimos años, nos está quedando un panorama estupendo alrededor del Barcelona, el club que más lecciones y victimismos regala. Fichajes, espionajes, prebendas, corruptelas, tráficos de favores, presidentes investigados y aquel Piqué que —inocente él— hacía negocios, protagonizaba la competición y, al mismo tiempo y sin ponerse colorado, pedía favores al presidente de la federación, Luis Rubiales, según quedó patente en las conversaciones entre ambos publicadas.

Mientras, el verbo dimitir nadie lo conjuga. Esta noche hay partido, el fin de semana vendrán más, y por ahora no se ha demostrado nada ilegal. Sigan, sigan. «El Barcelona nos roba» (y ya no nos sorprende).