Aunque pueda parecer muy osado decirlo, el Barça va a sacar oro de su año más infame en décadas. Por encima de títulos, la necesidad le ha hecho regalar oportunidades a cualquier canterano con un mínimo de toque y con hambre de triunfar en el fútbol. Koeman fue el primero en abrirle la puerta para que pasaran y Xavi demuestra un principio de intenciones en el que no solo no la cierra, sino que anima a que pasen más y más chavales. A los Araújo, Pedri y Ansu Fati, ya consagrados en el primer equipo a pesar de contar con solo 22, 18 y 19 años, respectivamente, hay que sumarle otra hornada de talentos a cada cual más ilusionante. Lo de Nico y lo de Gavi es un espectáculo. El gallego roba, protege, conduce, canaliza, se asoma al área rival y entiende el juego como un veterano. El sevillano es una chispa constante sobre el verde. Uno de esos jugadores diferentes que salen cada poco tiempo que brilla por su inteligencia a la hora de leer lo que el partido necesita en cada momento. Los dos chavales, de 19 y 17 años, se lo están poniendo difícil al Golden Boy Pedri, cuando este se recupera de sus lesiones encadenadas.
Ante el Benfica, fue Demir (18) el que se apuntó a la moda juvenil. Ejerció de falso carrilero, en un 1-3-4-3 en el que Jordi Alba ocupó la banda opuesta, y fue el mejor de su equipo en ataque durante la primera mitad. Su violento disparo al palo merecía el gol. El austríaco dio réplica a Ilias Akhomach (17) y a Abde Ezzalzouli (19), que el sábado brillaron contra el Espanyol y ayer no pudieron jugar por sanción y no inscripción.
El futuro del equipo azulgrana pende de un hilo en Champions y solo es sexto en Liga. Pero el Barça de Gavi, Nico y Demir mola. Mola mucho. Ya ganarán.