Una final predecible
Ciñéndonos a la final, se vislumbraba que no iba a ser un partido de largos peloteos. Ambas jugadoras son muy agresivas, con buenos saques y restos, a ambas les gusta llevar la iniciativa y acabar pronto los puntos. Garbiñe, al igual que contra Badosa, sacó muy bien, restó encima de la línea, e impuso un altísimo ritmo de juego. La estonia, menos experimentada, mostró más altibajos. Sus 6 dobles faltas, así como el mayor número de errores no forzados, fueron determinantes en un partido en el que Muguruza dominó con claridad el primer set, y hubo de remontar un 5 a 3 en el segundo, en el que no perdió en ningún momento la sensación de que era ella la que mandaba en el partido. Exhibió, además, un ritmo de bola impresionante en ambos lados, y aguantando las embestidas de su rival, peligrosísima cuando metía su primer servicio.
Alicientes sin Nadal
En definitiva una alegría para el tenis español, que, ausente Nadal, observa con satisfacción la aparición de jugadores con excelentes posibilidades. Como Alcaraz y Badosa, a la que a partir de ahora hay que añadir de nuevo a Garbiñe Muguruza, que a sus 28 años ha recuperado de la mano de Conchita Martínez el equilibrio necesario para volver a mostrar sus extraordinarias cualidades, cualidades que de momento, le han llevado a sumar en su palmarés el título de maestra a sus triunfos en Roland Garros y Wimbledon. Por el título, y por su madurez y el nivel mostrado, podemos decir que Garbiñe está de vuelta a la élite del tenis mundial.