Sin embargo, el jolgorio de nuestro atletismo acabó ahí. Eran buenos tiempos, sobre todo en el fondo, pero la medalla y el diploma fueron inalcanzables, al igual que lo habían sido para otras grandes generaciones gallegas. Desde entonces, Andrés Díaz, Santi Pérez y Frank Casañas rozaron el podio con honor, aunque siempre con la sensación de que un deporte con tanta tradición aquí no acaba de llevarse algo al cuello.
Así que hoy es un gran día, para recordar a casi una treintena de atletas que pasaron por los Juegos y para volver a tener la ilusión de poder celebrar algo grande, bajo el sello de calidad de Ana Peleteiro, que ha luchado y deseado algo así desde que hace nueve años irrumpió como campeona del mundo júnior, y de Adrián Ben, la otra parte del sueño de tener a dos gallegos rindiendo de forma extraordinaria en el lugar más adecuado para hacerlo.