Así es Adriana Cerezo, la niña rescatada por su abuelo del ballet porque ella quería ser Bruce Lee

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

Combate de Adriana Cerezo y la turca Rukiye Yildirim
Combate de Adriana Cerezo y la turca Rukiye Yildirim MURAD SEZER | REUTERS

La primera medallista de España en Tokio 2020 se apuntó en un gimnasio sin que sus padres lo supieran, pues preferían que hiciese un deporte más clásico entre las niñas de su edad

24 jul 2021 . Actualizado a las 21:59 h.

Querían que hiciese ballet, pero a ella lo que le gustaba era dar patadas y puñetazos. Así comienza la historia de Adriana Cerezo Iglesias (Alcalá de Henares, 24 de noviembre del 2003), la gran sensación de la primera jornada de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y primera medallista de la delegación española al colgarse una plata. 

Esta madrileña encarna la realidad de millones de niñas del siglo XXI. Esas que se rebelan a las etiquetas de deportes masculinos y femeninos. Sus padres se empeñaron en que tenía que ser deportista y la apuntaron desde los 3 años a numeras actividades. Probó con ballet, como muchas compañeras de aula infantil. No le llenó. En el tenis como su admirado Rafa Nadal. Nada. Luego lo intentó con el patinaje artístico. Tampoco. A ella le iban más otras especialidades. Era una apasionada de las películas de artes marciales, sobre todo las de Bruce Lee y Jackie Chan, y su verdadera vocación era hacer combates de lo que fuera. Fue su abuelo materno, con quien compartía esas tardes de sofá y cine, el que comprendió lo que ella sentía y la rescató de esas actividades que no colmaban sus ilusiones.Justo debajo de su casa había un gimnasio de taekuondo y la apuntó sin que sus padres lo supieran. Así estuvo un tiempo, hasta que descubrió que ese era su deporte y lo comunicó en casa.

Para superar esos recelos iniciales de sus progenitores, ayudó y mucho el hecho de que Adriana es una excelente estudiante. Un cerebro privilegiado. Sus padres cedieron, respetaron y apoyaron su pasión, el taekuondo, pero ella les llenó de orgullo con sus notas en el colegio y el instituto, que completó con éxito poco después de proclamarse campeona de Europa en el mes de abril. Cerezo acudió a Tokio 2020 justo después de superar la EBAU como una de las mejores de Madrid. Sacó un 13 y ya se ha matriculado en la Universidad, en Criminalística.

Su éxito en los Juegos Olímpicos es sorprendente por su edad y por la forma de ganar sus combates, arrasando a las medallistas de Río 2016 y desplegando una gran cantidad de recursos técnicos y tácticos al alcance solo de los elegidos. Pero ya se le veía venir. Su tranquilidad llama poderosamente la atención, pero tampoco es casual. A ella llega a través de técnicas de meditación oriental. Fue campeona de Europa júnior y sub-21 en el año 2019 y el aplazamiento de los Juegos hasta el 2021 le vino perfecto para asentarse y ganar tablas peleando con las absolutas. En abril se proclamó reina continental y no fue hasta mayo cuando aseguró su plaza en los Juegos gracias al preolímpico. Llegó a Japón con un porcentaje de victorias que ya debería haber servido de aviso: 90,30%. Su éxito no es una sorpresa. Ella ya lo había soñado entre película y película de Bruce Lee. Con su abuelo. A quien España le debe esta medalla.