Jon Rahm dedica el título del US Open a Ballesteros: «Va por ti, Seve, también es tuyo»

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Orlando Ramirez

El pionero del golf español es un mito al que veneró desde crío y con el que le emparenta un indomable carácter ganador

22 jun 2021 . Actualizado a las 17:27 h.

«Va por Seve, este trofeo también es suyo».

El nombre de Ballesteros, el pionero, el mito del deporte español, el ganador de cinco grand slams, el valiente que convenció a toda una generación de jugadores europeos de que podían plantarle cara a los norteamericanos, se invoca con frecuencia en vano. Recién conseguido el US Open en Torrey Pines (San Diego, California), una cima virgen para el golf español, Jon Rahm (Barrika, 1994) brindó el título al personaje que ha guiado su carrera como una inspiración absoluta. Su recuerdo, casi entre lágrimas, poco después de cumplirse los diez años de la muerte del fenómeno de Pedreña, consumido por un cáncer a los 54, no tenía nada de gratuito. Indirectamente, Jon llegó al golf gracias a que su padre viajó a la Ryder Cup de Valderrama en 1997 y, de aquella experiencia iniciática, salió primero su afición por este deporte y luego la de su hijo, que creció empapándose de vídeos del artista. Un jugador al que le emparentaría su carácter indomable de ganador, aunque Rahm tenga todavía demasiados greenes por delante para alcanzar la huella que Seve imprimió en su deporte.

Ya convertido en ganador del US Open, el torneo que Seve llegó a liderar un domingo de 1983, y en el que acumuló tres finales entre los cinco mejores, Rahm confesó una anécdota que convirtió en una señal definitiva de que al día siguiente celebraría una victoria. El sábado se encontró en su taquilla de Torrey Pines «el Premio Seve Ballesteros al Jugador del Año del European Tour [del 2019] que tanto he tardado en tenerlo». «Dije ‘mañana va a pasar, es para Seve', sé que él quería muchísimo ganar este título para él y para el golf español», explicó el campeón. A sus 26 años, y tras alcanzar por segunda vez en su carrera el número uno del ránking mundial, se quita con su primer major un peso de encima que puede permitirle volar todavía más alto. Siete veces había alcanzado el top ten en un grand slam hasta ahora. En su vigésimo intento, agarró un título.

Seve consiguió tanto el Open Británico, en 1979, 1984 y 1988, como el Masters, en 1980 y 1983, que también celebraron Chema Olazábal en 1994 y 1999 y Sergio García en el 2017. Pero ninguno de ellos celebró el US Open, como ahora Rahm. «Ser el primero en ganar uno diferente sabía que tenía que ser algo así. Cómo no, el de Bilbao tiene que hacer las cosas raras, y es un orgullo traer esto para España», bromeó tras la tensión que soportó en la última ronda, en la que remontó para arrebatarle el título al sudafricano Louis Oosthuizen.

Entre los grand slams, el US Open representa el más complicado por la preparación de los campos. Un desafío que exige paciencia, aceptación de los errores y un juego completísimo. Pero Rahm, ganador desde que siendo un niño le dijo a su entrenador en Bilbao, Eduardo Celles, «un día voy a ser el número uno del mundo», y volcánico en el campo como tantas veces él mismo lamentó —dos rasgos marcados a fuego en la trayectoria de Seve—, quiso también ser sí mismo para darse una oportunidad de victoria en Torrey Pines. «Sé que el US Open es un torneo que muchas veces se gana por cometer menos errores, pero también sé que hay que ir a por los grandes, que hay que atacar si los quieres conseguir, y eso es lo que he hecho en los últimos hoyos», razonó.

El niño Rahm lanzaba los palos, se enfadaba en el campo, era tan perfeccionista y ambicioso que la frustración la pagaba contra sí mismo. El juego lo modelaba Celles antes de que emprendiese camino a la residencia Joaquín Blume en Madrid, primero, y la Universidad de Arizona State luego. Y la mente le ayudó a trabajarla también el coach Joseba del Carmen. «La rabia es la mejor energía para salir adelante, para crecer. No me gustan los autómatas», explicó a La Voz Del Carmen, exdetonador de explosivos de la Ertzaintza y el profesional que encauzó el fuego que Rahm tenía dentro.

«Esa garra, bien enfocada, le ayuda más que le perjudica», corrobora Celles, al que, instalado en la cima del golf, el reciente ganador del US Open sigue pidiendo consejo con frecuencia ahora que su carrera se orilla más a Estados Unidos. Al otro lado del Atlántico, Phil Mickelson, otro producto de Arizona State, otro ídolo, se convirtió en su mentor durante su adolescencia. El reciente ganador del PGA, que fue uno de los primeros en felicitar a Rahm en Torrey Pines, le brindó los servicios de su hermano Tim como mánager en sus primeros pasos en el PGA Tour.

Rahm cumple ahora cinco años como profesional, con 13 victorias entre los circuitos estadounidense y europeo y el amplio reconocimiento como uno de los jugadores que puede dominar el golf las dos próximas décadas. Con la inspiración de Seve.

Su trayectoria y su vida, otra vez ligadas de forma íntima a San Diego

La vida de Jon Rahm y su trayectoria como deportista están unidas a San Diego de una forma muy especial. El jugador de Barrika, que se hizo profesional hace ahora cinco años, ganó su primer título en el campo de Torrey Pines, en los acantilados que rodean la ciudad, el Farmers Insurance Open del 2017. Entonces venció con un eagle en el 18 de su cuarta ronda Esta vez, camino de los últimos hoyos del domingo, echó sus cuentas, y las plasmó luego con dos birdies en los dos últimos greenes para remontar y ganar el US Open sin necesidad siquiera de desempate con Louise Oosthuizen, líder durante gran parte de la jornada del domingo.

Rahm se prometió con su mujer, Kelley, en San Diego, y en la misma ciudad celebró su boda. Con su esposa y su hijo, Kepa Cahill, hizo el domingo algo de tiempo al terminar su cuarta ronda, antes de acudir a la cancha de prácticas a mantenerse activo por si necesitaba disputar un desempate con Oosthuizen. No hizo falta. El US Open ya era suyo, su primer grande a sus 26 años, en el vigésimo intento en un major.