El primer entrenador que tuvo en el Barcelona, un excompañero del Montañeros y su madre hablan del crecimiento personal y profesional del futbolista coruñés

Alexandre Centeno

En solo 24 horas, su cuenta de Instagram había aumentado en 15.000 seguidores. Una semana después este crecimiento se eleva hasta los 20.000. El nombre de  Nico González ya no suena a desconocido en el fútbol español. Su renovación con el Barcelona por tres temporadas, con una cláusula de rescisión de 500 millones de euros, han convertido al coruñés de 19 años en uno de los productos estrella de la factoría de La Masía.

En Barcelona lo ven como el recambio natural de Sergio Busquets. Tiene templanza, colocación, anticipación, físico... Pero hay quién lo considera todavía una versión mejorada del campeón del Mundo.

«Todos lo comparan con Sergio Busquets, porque es el jugador del primer equipo que actúa en esa posición. Pero yo no veo a Busquets que pueda adaptarse tan bien de interior. Nico es capaz de hacer cosas que no hace Sergio. Aunque ahora está asentado de 6, podría jugar más adelantado porque tiene esa conducción para incorporarse, el último pase... Lo he visto en la Youth League meterse dentro del área entre dos o tres», explica Marcel Sans, su primer entrenador en el Barcelona.

Para Dani Pájaro, actual futbolista del As Pontes y compañero de Nico en el Montañeros, las virtudes que le han hecho triunfar van más allá de sus condiciones balompédicas. «Yo lo veo en el Barça B y lo hace como si estuviera en el patio del recreo. Ya le pasaba cuando jugábamos juntos. Salta al campo a disfrutar. Nunca se pone nervioso por nada y es muy, pero que muy trabajador».

Eran tiempos en los que lideraba un equipo del fútbol modesto coruñés que plantó cara y, en ocasiones, superó a rivales de la talla del Deportivo y el Celta. «Al principio era uno más. Jugaba una o dos categorías por encima. Y, como teníamos un equipazo, no destacaba tanto. Pero pronto, con mucho trabajo, comenzó a vérsele más que al resto y los grandes equipos lo llamaron. Ahí tuvimos claro que iba a llegar lejos. Porque sabíamos que por falta de trabajo no iba a ser».

Gema Iglesias, su madre, vivió, vive y vivirá la carrera de Nico como lo que es: su madre. Con preocupación y temor de que pueda pasar cualquier cosa: «Es más difícil ser la madre de Nico que la mujer de Fran. Porque las preocupaciones son mayores. Y eso que él ha sido siempre muy independiente, maduro y con las ideas claras», reflexiona.

Tan claras que, como siempre recuerda su padre, Fran, la decisión de ir al Barcelona fue suya. Lo confirma Marcel Sans: «Siempre vi una familia muy unida en torno a Nico. Me acuerdo un año que, antes de ficharlo, vino a jugar un torneo con nosotros en Arousa. Fuimos a cenar con su padre. No se le escapaba detalle. Quería saber cómo era La Masía, cuidados, estudios, entrenamientos... Pero aquel día el padre ya me dijo que la decisión sería de Nico. Y creo que así fue. Tenía, como no podía ser de otra manera, al Real Madrid muy interesado, pero a él aun con 11 años, se le veía maduro. Y dijo que prefería venirse al Barça», presume con alegría.

Ocho años después, aquel pequeñajo rubio se ha hecho mayor, está a punto de independizarse y llama a la puerta del primer equipo del Barça, con el que hará la pretemporada, se entrenará a diario y tratará de sentar a todo un campeón del Mundo como Busquets.

«Cuando se pone a regatear, le da igual que sea en el medio del campo que en su área»

«Es que Nico nunca se altera. Vive en un estado de tranquilidad permanente. Da igual que tenga un partido importante que no. Y el día de la firma, pues, estábamos más nerviosos el resto que él, que estaba como si no fuera con él la cosa. Como si nada». Su madre destaca esta como una de las cualidades que mejor definen a Nico González.

Tranquilidad e ideas claras. Son dos virtudes que repiten los que conocen al centrocampista azulgrana. «Confía mucho en sus posibilidades. Sabe que tiene que pelear duro, pero que tiene condiciones, y quiere aprovecharlas. Cuando estábamos mirando de venir para aquí, él dijo desde el principio que quería jugar en el Barça. Y ahí lo tienes», explica Gema Iglesias.

Estudiante de altas notas, en Bachillerato llegó a hacer dos cursos en un mismo año, comenzó ADE, pero este año lo dejó aparcado para centrarse en su carrera deportiva. Ahora, con 19 años, Nico está a punto afrontar dos nuevos retos: el de hacerse un sitio en el primer equipo y el de vivir solo. «No tengo duda ninguna de que se desempeñará bien en casa», se ríe la madre.

Disciplinado en el campo, esa tranquilidad que exhibe es la que puede llegar a infartar a sus entrenadores. Marcel Sans admite que tuvo que hablar con él para evitar «tanto caracoleo en su propia área».

Toque de atención

«Sigue haciendo algunas cosas, pero cada vez menos, porque le hemos tenido que ir diciendo que hay lugares y lugares para depende qué. No es lo mismo caracolear en el medio que en tu área. Pero él se ve tan seguro de sí mismo, que siempre lo ha hecho. Antes, incluso más. Y son cosas que va corrigiendo, aunque es tan bueno que a veces le cuesta reprimirse. Y, precisamente, por ese descaro que tiene creo que va a encontrar su sitio en el primer equipo», subraya su exentrenador, que recuerda que en Barcelona siempre jugó una categoría por encima de la suya.

Unos caracoleos que conoce bien Dani Pájaro, uno de los amigos que mantiene Nico en A Coruña, ya que no ha perdido el contacto con muchos de los que fueron sus compañeros: «Cuando viene a Coruña solemos quedar. No es que pare mucho tiempo porque entre pretemporada, torneos, Liga... Pero sigue con la gente de siempre. No es de estos que llegan alto y se les sube a la cabeza. Nico sigue siendo el mismo», sentencia su amigo.