El mimetismo de Messi con el independentismo catalán empieza a ser escalofriante. El astro argentino se ha creado su propio mundo, sobre el que ha de girar el resto de la humanidad, incluido el Barcelona como institución.
Nadie duda de que en el campo sigue siendo el número uno. Pero la deriva hacia la que ha llevado sus actuaciones más allá del verde evidencia la sorprendente pérdida de humildad experimentada por el que durante años fue un futbolista admirado por su juego y su escaso afán de protagonismo. Resulta difícil establecer el momento en el que el independentista se comió al futbolista en un proceso de radicalización similar al de parte de la clase política y ciudadanía catalana. Ha pasado del todo por el grupo, al todo por Messi. Sus intervenciones públicas tras los partidos son un ejemplo de esta mutación. Él por encima del colectivo.
El de Rosario aterrizó en la temporada 2004-2005 en la primera plantilla de un Barcelona que se hallaba en un momento de transición. Poco a poco se fue haciendo fuerte. Su fútbol, muy superior al de sus compañeros y rivales, lo hizo convertirse en referente. Y él aprovechó la messidependencia creada para extorsionar cada poco tiempo a los rectores del club y conseguir mejoras, tanto económicas como sociales. Empezó por ampliar, prácticamente cada temporada, su contrato con la correspondiente subida de ficha. No dudó en ir más allá. Pronto empezó a pedir nuevas transferencias. Tantas que cualquier decisión de los gobernantes tenía que ser consensuada con él: técnicos, jugadores, desplazamientos...
Para él solo existe Messi, creencia que ayudan a agrandar sus fanáticos, siempre prestos a la loa y nunca a la crítica. Los que no están con él, son el enemigo. Y tal es su convencimiento que hasta se sintió legitimado para proclamar su independencia. Comunicó vía burofax que dejaba de ser barcelonista. Pero su nuevo estado fue tan breve como la república catalana. Rápido aplicó Bartomeu su particular 155 para retenerlo. La reacción del 10 fue arremeter contra todo y todos. Días después, trata de lavar su imagen: «Todo lo que hice fue por el Barça». Falso. Todo lo que hace es por mantener el estatus de la república independiente de Messi. Es el particular procés de Lionel Messi.