Aketxe, en campo abonado

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Aketxe, rodeado de varios jugadores del Rayo
Aketxe, rodeado de varios jugadores del Rayo César Quian

Retorna en forma al Martínez Valero, donde anotó su único gol en Primera, propiciando la remontada del Athletic para meterse en competición europea

22 jun 2020 . Actualizado a las 12:15 h.

Fue hace cinco años, y Aduriz estaba allí. Como siempre. El delantero ha exprimido su espectacular carrera para que el Athletic pudiera tomarse con calma la compleja búsqueda de un goleador. Aquel día le tocó probar a Borja Viguera, empequeñecido al lado del ya entonces veterano ariete donostiarra. Aguantó poco más de una hora antes de entregar la cuchara y la plaza para que Ager Aketxe alcanzara la decena de encuentros ligueros en la piel de león. Lo festejó a conciencia el joven mediapunta, portador de un 23 que señalaba su condición de reemplazo de emergencia. Nada que ver con el 10 actual. Su equipo perdía 2-0, como frente al Oviedo o el Rayo, pero en esa ocasión no estaba en juego una permanencia, sino un puesto en competición continental. A falta de dos jornadas para el final de la Liga, los bilbaínos trataban de dar caza al Málaga, que a la misma hora caía en Villarreal. Vencer resultaba indispensable, pero Jonathas se había empeñado por dos veces en negarles la oportunidad.

Con el encuentro torcido, a diez minutos del cierre, Aduriz recibió de espaldas y en su clásica posición de pívot en la bombilla del área grande vio avanzar un avión. A paso de Aketxe, claro, que no tiene la velocidad por virtud. El punta completó el giro y sirvió el balón raso, con ventaja para el golpeo con la izquierda ante el desesperado intento de cerrar espacios de Tyton. El zurdazo pudo con la resistencia de ese otro ex de Riazor.

Así estrenó y cerró el menor de los Aketxe su cuenta anotadora en rojiblanco. Aquel tanto en el Martínez Valero devolvió el aire a su equipo, que selló la remontada a través de Williams y San José para acabar entrando en la Liga Europa (lo eliminaría el Sevilla en cuartos de final). A ese gol le sucedieron 22 más: ocho en el filial del Athletic, nueve en el Cádiz y los cinco que contabiliza al servicio del Dépor, casi todos materializados en el primer tramo de la competición.

Ager refrendaba en ese arranque su condición de fichaje estrella y elevaba su aportación sobre la mediocridad general. Pero no tardó en contagiarse para alcanzar el nivel del grupo y quedar relegado al rol de ejecutor a balón parado, con escaso impacto cuando la pelota estaba en circulación. Meses de ostracismo hasta la rehabilitación con Fernando Vázquez al cargo. Su concurso resultó indispensable en la racha de siete victorias hiladas por el equipo para abandonar momentáneamente la zona de descenso. Por el 10 pasó casi todo lo bueno en fase ofensiva, pero cuando el estado de alarma forzó el parón, alcanzaba las 25 jornadas sin anotar. Inédito desde la seis.

Un percance físico lastró su retorno a la actividad y el entrenador del Dépor eligió no arriesgar forzando su reaparición competitiva en la visita del Sporting, que marcó el arranque del nuevo tramo en la pelea por la salvación. Siguiendo el plan del cuerpo técnico para aligerar la carga del calendario que ha tocado en suerte al equipo coruñés, el peor parado de la categoría, Aketxe solo jugó media hora en el Tartiere. Hasta la visita del Rayo no fue por fin titular.

Su nombre figuró en el once inicial, pero él no estuvo, como el resto de sus compañeros, hasta que se inauguró la segunda mitad. Entonces volvió a mandar y se convirtió en el segundo futbolista que más intervino en el encuentro, solo por detrás del omnipresente Uche Agbo. Repartió 53 pases (87 % de acierto) y volvió a marcar. Necesitó de una segunda oportunidad para hacerlo. Tras estrellarse en Dimitrievski. Vicandi Garrido le ofreció un bis y el bilbaíno lo envió a la escuadra. «Esta camiseta me la guardo», declaró después de aquella diana para el Athletic. Andará por casa, como recordatorio de los caminos del Martínez Valero que conducen al gol.