La triplista gallega vuela con el equipo de Iván Pedroso en el entorno espartano de Guadalajara

Paulo Alonso
En La Voz desde 1999.

El sol se acerca a lo alto del cielo de la Alcarria cuando en las pistas de atletismo de Fuente de la Niña apenas se oye el machacón paso de los coches por la A-2, las voces de un grupo de escolares que cumplen el expediente de las horas de clase con juegos en el estadio, el jadeo de futuros opositores a policías y bomberos mientras entrenan y el resoplido de un puñado de atletas populares. También empiezan a entrenarse algunos saltadores y velocistas. A las 12 aparece la figura longilínea de una mujer de 1,92 metros, 72 kilos de peso, pelo rubio y corto. Canturrea Como un bebé, el sonido que sale de su voluminoso altavoz JBL. Durante las dos horas y media siguientes, el reguetón que sale del gigante aparato será la banda sonora del entrenamiento de uno de los grupos de super élite del atletismo mundial, que ha encontrado en el espartano entorno de Guadalajara el sitio idóneo para entrenar sin distracciones ni lujos. En armonía.

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Rojas, campeona mundial en Londres 2017 y Doha 2019 y plata en los Juegos de Río 2016, es un prodigio que liderará el entrenamiento con esfuerzo y alegría. Canturreando las canciones, contoneando el cuerpo al ritmo de la música. Al rato van llegando al entrenamiento otros atletas. También Iván Pedroso, el entrenador, el líder del grupo, el cubano que dominó el salto de longitud en la última década del siglo pasado, con nueve oros en Mundiales, y el olímpico en Sídney 2000. Cuando se incorpora al grupo, saluda respetuoso: estrecha manos, reparte abrazos, planta besos. Listos para un nuevo día en la oficina. Antes de la hora pactada, ya van a encontrarse todos en una franja de césped artificial de las pistas municipales de Guadalajara, después de que Nelson Évora (campeón olímpico, europeo y mundial) y la ribeirense Ana Peleteiro, de 23 años, se reúnan con el Team Pedroso. Aquí ha encontrado la atleta gallega el equilibrio perfecto para combinar su talento, su ambición y su fe en un entrenador que la guíe hasta límites desconocidos. Campeona mundial júnior en el 2012 con un salto de 14,17 metros, Peleteiro salió de un laberinto de inseguridades y decisiones equivocadas cuando se unió al grupo del saltador cubano a finales del 2016. El método funciona, el plan todavía no está terminado y el año olímpico, que en realidad ya está en marcha, determinará si está lista para romper sus techos, los bronces indoor en el Mundial y el Europeo y el sexto puesto en el Mundial al aire libre de Doha.

El entrenamiento empieza a las 12 del mediodía porque el frío hiela las mañanas en la Alcarria. Así que Pedroso y su grupo, habituados a climas más templados, prefieren machacarse en las horas centrales del día. La sesión podía irse más allá de las tres de la tarde hasta hace poco. Pero los responsables políticos de la instalación decidieron que había que cerrarla a las dos y media. Así que los planes se han tenido que trastocar.

Pedroso se enamoró primero

Pedroso se enamoró en Guadalajara, formó una familia en la Alcarria, algo así como lo más opuesto posible a Cuba, tuvo una hija y, como consecuencia de todo ello, acabó radicando un particular equipo de alto rendimiento en las pistas de Fuente de la Niña. Después de los vaivenes del éxito precoz y la adolescencia, Peleteiro se unió al grupo en otoño del 2016 con una condición. Si entrenaba y rendía al cabo de unos meses, continuaría otro poco; si ratificaba ese cambio, seguiría en el grupo. Y a cada plazo mejoró cualquier expectativa. Así que la atleta barbanzana situó su casa a apenas un par de minutos en coche del estadio e hizo girar su vida alrededor del grupo de Pedroso. Estaba dispuesta a todo. Y por eso se fueron sucediendo los éxitos. Con la lógica del líder: si trabajas en la dirección correcta, las marcas te terminan recompensando.

El problema del frío

«No tenemos ningún problema. Los chicos que estudian oposiciones nos respetan. Y estamos agradecidos de que nos dejen esta pista, aunque estaría bien disponer de un módulo cubierto para evitar el frío», explica Pedroso, que planificará parte del año olímpico en latitudes más cálidas. Dirige los primeros pasos del entrenamiento ayudado de silbidos y señas, abrigado por un plumífero del que algunos no se despegan durante el primer calentamiento. Luego se desatará la tormenta con un exigente circuito que el entrenador cubano fue diseñando personalmente con cuatro elementos sencillos: vallas, pesas, barras y un cajón.

El movimiento de los brazos

«Así que baila pa’ mí (baila pa’ mí). Me gusta la manera cuando me lo mueve’ así», canturrean al principio los saltadores mientras se contonean ligeramente emulando a J. Balvin, Bad Bunny y Mr Eazi. Hasta que el cronómetro de Pedroso empieza a marcar los ritmos del circuito. Todos aprietan los dientes. Nelson Évora se protege del frío con una capucha. Y poco a poco solo se escucha ya la música que propaga el altavoz gigante de rojas y las órdenes de Pedroso. «Levanta los brazos, Ana, levántalos», corrige Pedroso sobre un ajuste técnico con el que espera que Peleteiro prolongue su vuelo en el 2020. «Más rápido, Ana, más rápido. Cuanto más rápido, menos te cansas», apremia al mayor talento de la historia del atletismo gallego.

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Algo más de una hora después del inicio del entrenamiento, el núcleo duro del grupo, Pedroso, Rojas, Évora y Peleteiro, cierran la sesión lanzando pesos al cielo en una zona de arena junto a las pistas. Hasta allí se traslada la música de Yulimar, un estímulo en una sesión de las que menos agradan a los saltadores.

Las gatas y el caldo en casa

«Son dos de las mejores del mundo. La alta es la actual campeona, y la otra ha sido bronce», explica el profesor del grupo de chavales que se ha entrenado hoy en el estadio, ya en retirada. En breve también recoge sus cuatro herramientas el Team Pedroso, porque las pistas cierran. Está fría la mañana en la Alcarria. A Peleteiro y los suyos les espera en casa un sabroso caldo gallego, que la ribeirense dejó listo la víspera. En cuanto cruzan la puerta, las gatas Kenia y Venus enredan por todos los espacios. La triplista que está llamada a cambiar la historia del atletismo gallego ya está en casa. Tan lejos de la suya, a la que un día no lejano regresará: «Cada día tengo más morriña». Cada jornada en la Alcarria se acerca un nuevo éxito, en un año con triple premio, Mundial indoor, Juegos y Europeo.