La testosterona es una hormona anabolizante. La diferencia corporal entre hombres y mujeres, en cuanto a su composición, está directamente relacionada con esta hormona. Hay casos de mujeres que padecen hiperandrogenismo, sin que eso varíe su condición de género: por ejemplo, el síndrome de ovario poliquístico, que además es bastante frecuente, hace que los niveles de testosterona en las mujeres sean más elevados. Eso puede repercutir en cambios físicos: en el cabello, el vello, el acné o la propia composición corporal.
La testosterona normalmente aumenta la masa muscular y puede suponer una ventaja física. Aunque no estoy convencido de que sea determinante en pequeñas alteraciones, sí puede llegar a serlo en variaciones más exageradas. Eso ocurre generalmente en casos de alteraciones intersexuales, como los mosaicismos genéticos. En esas circunstancias, la influencia en un atleta puede ser determinante.
Por término medio, la testosterona en una mujer suele estar en 1,4 nanomoles por litro de sangre. Una tasa de 3,5 ya se considera alta. Que el límite esté establecido en los 10 me parece llamativo. Es una cifra verdaderamente elevada para una mujer. Esa tasa la tienen ya muchos hombres. En los varones la media está en los 17, pero hay casos frecuentes de 8 nanomoles por litro de sangre. Veo razonable que la cifra tope se reduzca a cinco tratándose de mujeres para competir en igualdad.
Diego Bellido es Jefe de la sección de Endocrinología del Arquitecto Marcide