Así es el «Profe» Ortega: «¡El esfuerzo no se negocia!»

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Este uruguayo, que unió su destino profesional al del Cholo Simeone en el 2006, se distingue por su disciplina militar en el trabajo físico.

29 ene 2019 . Actualizado a las 13:24 h.

Mano de acero, disciplina militar y un largo periplo como preparador físico retratan a Óscar Ortega del Río (Montevideo, 1958). Mano derecha del Cholo Simeone desde hace más de una década, es una pieza clave en los éxitos recientes del Atlético de Madrid. Un equipo que, por su propia apuesta, reserva al rigor táctico y al rendimiento físico una parte fundamental en su engranaje.

El idilio entre Ortega y Simeone se curtió tras la vuelta del argentino como jugador al cuadro colchonero. «El Profe» formaba parte entonces del cuerpo técnico de Gregorio Manzano. El argentino se quedó prendado de su método. En ese equipo militaba también Germán «el Mono» Burgos, segundo del Cholo al frente de la nave atlética en la actualidad. 

 

 Sus pretemporadas son buen ejemplo del régimen Ortega: sesiones dobles de trabajo con una elevada carga física y una búsqueda constante del límite de cada jugador. Es el momento en el que registra los valores que le servirán para analizar el esfuerzo que requiere la preparación del resto de la temporada. «Es un modelo duro de asimilar porque obliga a una mejora metabólica, a entrenar a otro ritmo, y luego hay que saber llegar al jugador para poder llevarlo al campo, que es lo más difícil».

Durante las concentraciones en Los Ángeles de San Rafael, toma la batuta. Buen madrugón para plantarse directos en el gimnasio. A las 09:30 es la hora de la carrera. Le gusta hacerla en el campo de golf, entre los hoyos 11 y 12. Después es el turno para el trabajo sobre las posibles situaciones que se dan en los partidos, siempre bajo la lupa de la potencia aeróbica.

«¡Esto es un infierno!» se le oye bramar a Fernando Torres en plena preparación. Recordada es también la puesta a punto de Diego Costa tras su lesión.

 

El brasileño maldecía en arameo tras bajarse de una de las cintas. A medio metro, le azuzaba Ortega. «¡No quiero mariconadas, somos el Atlético!». O aquel primer día de Vietto como jugador del Atlético. El futbolista no conseguía mantener el equilibrio sobre un hinchable. «¡Equilibrio, equilibrio!», le gritaba el uruguayo. «Estás más desestabilizado que el dólar en Argentina» acabó por espetarle. 

Además de en Uruguay, Argentina y España, Ortega ha llevado su sistema de trabajo a México, Colombia, Chile o Japón. «Desde los 21 años soy un trotamundos». Confiesa haberse inspirado en el rugbi para perfilar su método: «No es que lo domine mucho, pero aprendí de él el sistema de cuadrículas». Así reparte los sectores del campo en pequeñas estructuras en las que se perfilan los duelos directos. «Hay cosas que son transferibles al fútbol, cómo saber en qué sector es más importante una presión, un tackle...» confesaba en una entrevista. Ni un minuto para la relajación.  

A España, el preparador físico uruguayo había llegado de la mano de Marcos Alonso en 1999. Lo incorporó a su staff tras firmar por el Sevilla, procedente del Rácing de Santander, y le acompañaría posteriormente en los banquillos del Atlético de Madrid (2000/01) y Zaragoza (2002/03). La relación entre ambos se quebró a la salida de la capital aragonesa y Ortega uniría sus designios a los de Gregorio Manzano. Fue en esa primera etapa junto al técnico jiénense cuando coincidiría con Simeone en el viejo Vicente Calderón. Cuando Manzano fue despedido, «El Profe» siguió su ruta y desembarcó junto a él en Málaga. 

Simeone comenzaba a dar sus pasos como preparador en el Racing de Avellaneda y levantó el teléfono. Quería a Ortega de su lado. Era el año 2006. No han vuelto a separarse desde entonces. Acompañó al Cholo en los banquillos de Estudiantes, River Plate, San Lorenzo de Almagro y Catania antes de desembarcar en el Atlético de Madrid. La situación de los colchoneros era entonces crítica. Pocos dudan de que la fórmula Ortega ha sido parte fundamental del resurgir atlético. Uno de los lemas de este hincha de Peñarol, «El esfuerzo no se negocia», ha sido una de las marcas con las que mejor se ha vendido el Atlético de Simeone.