Robin Navarro

Alberto Blanco

DEPORTES

DAVID COLL | EFE

18 ago 2018 . Actualizado a las 01:08 h.

acer un balance de números me deja frío. Hacer un resumen de sus títulos transmite longevidad y el paso del tiempo de forma inexorable. Repasar con los ojos cerrados sus momentos estelares produce una felicidad infinita. Juan Carlos Navarro ha sido una oda al baloncesto. El personaje amado en los dibujos animados. El héroe que cada uno de nosotros llevamos dentro.

Sea cual sea tu profesión, seguro que siempre has soñado con convertir en oro aquello que te rodea. Y evidentemente no hablo de dinero. Escribo acerca de vivir en un cuento de hadas. En la preciosa inocencia de los niños cuando empiezan a hacer deporte y en dormir cada día pensando que la próxima mañana, volverás a ser el superhéroe. Juan Carlos, Juanqui para aquellos que lo tienen por amigo, se retira.

Quiero escribir pausado porque nos ha hecho disfrutar como nadie. Un tipo un poco alto para la media nacional, un tirillas, con una sonrisa eterna, con un andar cansino, con una forma de jugar desgarbada, pero con el talento más grande que ha dado España para el baloncesto. Supo ingeniárselas para esconder sus defectos y promocionar su multitud de virtudes. Tuvo momentos que recordarán nuestros nietos y biznietos. Tuvo y tiene, un don especial para jugar al baloncesto.

Un gesto técnico llamado el floater. Aquí se asoció y asociará de por siempre a un nombre La Bomba Navarro. Nos quedará la hemeroteca, verlo en pachangas de amigos, recordarlo como uno de los tres mejores jugadores de la historia del baloncesto español. Lo ganó todo. Lo tiene todo. Ha podido expresar todo bajo los focos del parqué. Ahora pasa a los despachos. Pero el paso del tiempo medirá y probará todavía más, que pudimos disfrutar en vivo y directo, a un actor de cómic. Una estrella del básquet mundial. Un Señor llamado Juan Carlos Navarro. Gracias.

Alberto Blanco es entrenador ayudante del Lietuvos Ritas