Un partido de alevines en A Coruña acaba en comisaría y en el hospital

Pablo Carballo
PABLO CARBALLO A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

Pilar Canicoba

El técnico del San Cristóbal cruzó el campo para propinar un cabezazo al padre del árbitro tras una discusión en la grada y fue detenido en pleno encuentro

06 feb 2018 . Actualizado a las 12:11 h.

Cruzó el césped como una exhalación con el balón en juego. Faltaban tres minutos para el descanso del partido de alevines que enfrentaba, a primera hora de la tarde del domingo, al Imperátor y al San Cristóbal en el campo número cuatro de La Torre, cuando Daniel Fariña Sánchez, delegado del San Cristóbal, que ejercía como entrenador, saltó a la grada. Allí, casi sin mediar palabra, agredía al padre del joven colegiado Darío Méndez-Trelles Rivera, de 19 años, que dirigía el encuentro.

Unos instantes antes, un penalti a favor de los locales había desatado una trifulca en la grada entre varios padres y aficionados en la que intervino el progenitor del trencilla. «Fue una mera discusión verbal, lamentablemente pasa más de lo que nos gustaría, pero lo realmente grave vino después» relata Javier Mella, delegado del colegio de árbitros de A Coruña. «Pasó de un lado al otro del campo y se subió a la grada. Allí le dio un cabezazo. El hombre sangraba abundantemente por la nariz y hubo que llamar a una ambulancia para que se lo llevase».

El padre del trencilla presentaba una brecha a la altura de la nariz y fue trasladado por los servicios sanitarios al Chuac dónde se le practicaron diversas pruebas en las que se descartó finalmente la fractura de los huesos propios de la nariz. El joven árbitro, conmocionado por lo ocurrido, decidió darle continuidad al juego para disputar lo que restaba de primer acto. El resultado era entonces de 7-0 en favor del Imperátor, que ejercía como local. Pero iniciada la segunda parte, cuando se llevaban consumidos cinco minutos, optó por suspenderlo. «Debido a estos hechos -relata en el acta tras describir el cabezazo sufrido por su padre- no me veía capacitado para arbitrar y coincidiendo con una granizada decidí suspender el partido».

Una patrulla de la policía nacional se personó, tras recibir la alerta, en el campo para trasladar al técnico del San Cristóbal a la comisaría de Lonzas, donde posteriormente prestaría declaración. La familia de la víctima ha iniciado ya los trámites para presentar una denuncia por agresión.

El incidente ha elevado la preocupación de la Federación Gallega, que ha convocado para mañana miércoles una reunión en la que se tratará de forma pormenorizada lo sucedido. «Es muy grave, gravísimo y habrá que tomar medidas», adelanta Diego Batalla, secretario general del organismo autonómico.

Aunque será esa reunión la que dirima finalmente el apartado disciplinario, el reglamento prevé para este tipo de incidentes una sanción de entre seis y quince partidos de suspensión. Una sanción que Fariña ya no cumplirá porque ha sido apartado de foma fulminante por el San Cristóbal tras lo ocurrido durante un partido entre niños de 10 y 11 años.

«Para esto ya, que tu padre está en una ambulancia»

El técnico del Imperátor no salía de su asombro. «Vimos llegar a la policía y vino directamente al banquillo a llevárselo. Los niños estaban alucinando. No entendíamos nada porque no habíamos visto la agresión. Había mucha tensión desde el principio en la grada. Se oían continuamente insultos y gritos al árbitro, también a algunos de los pequeños», recuerda Antonio Fernández. «Cuando la policía lo sacó de allí, los niños del San Cristóbal se quedaron solos. Fue surrealista. Preguntaban qué había pasado. Vino un padre de la grada a hacerse cargo de ellos. Yo me dirigí al árbitro y le pregunté qué sucedía. Llegué a pensar que lo detenían por algo ajeno al partido. El chaval estaba muy nervioso y me cuenta lo que había pasado. Le digo que suspenda el partido, pero él insistía en continuar. Los niños no tienen culpa, me decía», relata el entrenador del Imperátor.

Una vez que fueron conscientes, las peticiones al joven colegiado para que pusiera punto y final se sucedieron. «Empezó la segunda parte y yo le insistía: para esto, páralo ya, que tu padre está en una ambulancia y no estás para pitar. Si quieres hazme responsable a mí de la suspensión», rememora el entrenador del equipo local. Finalmente, el colegiado accedió.

En el San Cristóbal no se explican lo sucedido. Daniel Fariña llevaba dos temporadas colaborando con el club. «Es un chaval normal, nunca había dado el más mínimo problema, no tenemos constancia de que se hubiera visto en ningún incidente antes», confiesa Francisco Manuel Ramos, presidente del club. «Lo hemos destituido y está completamente fuera de la entidad. No se puede tolerar algo así. Solo podemos pedir disculpas. Si hubiésemos tenido la más mínima sospecha de que algo similar pudiera ocurrir es evidente que hubiésemos tomado medidas antes, pero nada nos podía hacer sospechar una cosa así», explica el presidente del San Cristóbal.

Fariña actuaba, como suele suceder en multitud de ocasiones en categorías inferiores, a la vez como delegado del equipo y entrenador. «No logro entender qué le pudo pasar por la cabeza para hacer lo que hizo, no encontramos ninguna explicación y lo lamentamos profundamente. Nos pondremos en contacto con el árbitro y con su padre para trasladarles nuestras disculpas personalmente».