Quique Domínguez: «No entiendo los localismos»

DEPORTES

A la contraEl técnico del club vicedecano del balonmano nacional vivió 8 ascensos entre la pista y el banquillo

22 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras más de cuatro décadas dedicándose al balonmano, Quique Domínguez (Pontevedra, 1969) deja claro que le queda cuerda para rato. Perteneciente a una saga de grandes figuras del deporte de la que forma parte, entre otros, su prima, la extenista Lourdes Domínguez, su carrera se ha repartido entre el Teucro, al que ha devuelto a Asobal después de unos años difíciles, y el Octavio. Y aunque afirma sentirse a gusto y valorado en su etapa actual, no descarta nuevos retos que le permitan seguir evolucionando y disfrutando de su deporte.

-¿Los éxitos saben mejor cuando se logran en el club que le ha visto nacer como jugador?

-Mi carrera ha estado repartida entre el Teucro y el Octavio, y siempre he intentado hacerlo lo mejor que he sabido en ambos. Pero sí es cierto que desde mi regreso a Pontevedra estoy muy contento por cómo están yendo las cosas, por cómo está creciendo el equipo y por cómo se está valorando el trabajo.

-¿Ha cambiado mucho el balonmano desde sus inicios?

-Yo empecé a los seis años y, desde entonces, no he parado de jugar y entrenar. Y sí, el balonmano ha cambiado muchísimo, no tiene nada que ver el que se jugaba cuando yo era un niño al de ahora. Ha cambiado tremendamente en el aspecto físico, que actualmente tiene una gran importancia, y también ha evolucionado en lo táctico. Ahora los jugadores saben mucho mejor a lo que juegan, tienen muchísima más información desde el punto de vista táctico, entienden mejor el juego. Antes no teníamos tanta información y, por ello, a veces no entendíamos muy bien a qué jugábamos en algunos aspectos.

-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de todos estos años?

-Los mejores recuerdos, sin ninguna duda, son los ocho ascensos que he vivido, como entrenador y jugador, entre Vigo y Pontevedra. Y después también recuerdo de una manera especial la participación con el Teucro en competición europea. Duró poco, pero fue un momento histórico para el club y pude vivirlo, además, siendo capitán del equipo en aquella eliminatoria ante el Elektromos húngaro.

-¿Y el peor?

-Los peores recuerdos tienen que ver con mis inicios en el primer equipo del Teucro, cuando fallecieron dos compañeros. En la primera temporada fue Pablo Rial, un gran amigo con el que iba a la selección y compartía muchas cosas. Y el segundo año fue Fran Gallo, que acababa de llegar de Vigo. Los dos murieron en accidentes de tráfico y fueron dos situaciones muy duras, de las que te dejan muy marcado.

-¿Le quedó algo por cumplir como jugador?

-Seguro que sí. Yo fui un jugador muy disciplinado, muy trabajador, creo que fácil de entrenar para mis entrenadores. Pero aunque siempre piensas que hubiese estado bien haber logrado más cosas, estoy contento con mi carrera. Disfrutaba muchísimo jugando y me quedo con eso: con lo bien que me lo pasé mientras lo hice.

-¿Se arrepiente de algo?

-Evidentemente, todos hemos tomado decisiones equivocadas en la vida y, si no te arrepientes, es que eres un inconsciente. A lo largo de toda una carrera te equivocas muchísimo, y sobre todo como entrenador, tomas decisiones que afectan a otras personas. Cuando es así, lo que toca es reconocerlo y a veces pedir perdón, y si volviese a vivir esas situaciones, intentaría corregir esos errores. Pero algún acierto también habremos tenido a lo largo de estos años, y espero que estén repartidos los aciertos y los errores.

-Pese a su larga experiencia, todavía le queda mucho recorrido. ¿Sueña algún día con poder entrenar a la selección española?

-Es algo que ahora mismo me queda lejísimos y ni me lo planteo. Lo que sí tengo claro es que quiero ser cada vez mejor entrenador, aportar más cosas al equipo en el que esté. Aquí, en el Teucro, estoy muy a gusto, me siento muy valorado, pero no renuncio a que mi carrera siga evolucionando.

-Habiendo pasado media vida en el Teucro y la otra media en el Octavio, imagino que usted no entiende de localismos...

-La verdad es que no. Ni en lo deportivo ni a nivel particular he entendido nunca los localismos ni el creerse mejor por haber nacido en un sitio. Yo me siento pontevedrés, pero en Vigo me han tratado muy bien y he vivido momentos muy buenos, aunque también otros muy duros. Entiendo que los de Vigo quieran ganar a los de Pontevedra y viceversa, pero que esa rivalidad sea estrictamente deportiva.

-Pertenece a una saga de grandes deportistas que han destacado en varias disciplinas. ¿Cómo se explica eso?

-En primer lugar, porque somos dos familias numerosas [de 14 y 10 hermanos] y, entre tantos, es normal que salga alguno. Después, porque nos hemos educado en la cultura del deporte ya que mi padre, por ejemplo, fue jugador del Teucro muchos años. Y también porque hemos sido deportistas muy esforzados, que hemos perseguido nuestros objetivos con mucho tesón. Creo que eso es lo que ha permitido que algunos hayan llegado a ser internacionales, como mi hermano Juan en balonmano, que mi hermano Ricardo haya sido no sé cuantas veces campeón gallego de tenis, o que mi hermana Isa sea también una gran jugadora de pádel.

El balonmano ha sido siempre el centro de su día a día, pero Quique Domínguez admite que eso no le impide disfrutar de las pequeñas cosas.

-¿Qué le gusta a Quique Domínguez en el tiempo libre que le deja el balonmano?

-Me gusta mucho el cine, leer, la música y hacer cosas con mi familia como pequeñas excursiones o, simplemente, ir con mi mujer y mis hijos a tomar una tortilla y un buen jamón, estar con ellos y charlar. Vamos, cosas que hace todo el mundo pero con las que disfruto mucho en mi tiempo libre. Y también me gusta el pádel.

-Vamos por pasos, entonces. Recomiéndeme una película.

-Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain. Es una película que me encantó cuando la vi y que todavía veo de vez en cuando.

-¿Un libro?

-Me gustó mucho Cien Años de Soledad, de García Márquez. También me gustan Luis Sepúlveda y David Trueba.

-¿Y en cuanto a la música?

-Siempre me ha gustado Like a rolling stone, de Bob Dylan. Así que, en los viajes, entre leer y escuchar música matamos bien el tiempo.

-¿Quién pone la música en los viajes del equipo?

-La verdad es que cada uno lleva sus auriculares y va con la suya. Yo tengo mi propia playlist y lo cierto es que no coincide mucho con la de los jugadores, por una simple cuestión de edad.

-Y la cocina, ¿se le da bien o se pelea con ella?

-La verdad es que me peleo con ella. No es una de mis habilidades ni de mis pasiones pero, cuando me toca, intento salir del paso.