O Morrazo manda en Normandía

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Adrián Rosales y David García han exportado para el Caen el balonmano que lucieron en el Cangas

31 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Adrián Rosales abrió el camino el año pasado, y su compañero y amigo David García lo siguió un verano después. La dupla, en su momento santo y seña del Balonmán Cangas, ha importado para el Caen de la segunda categoría francesa una forma de entender el juego muy made in O Gatañal. Saben que en el handball normando reina un juego más físico y quizás un poco más encorsetado, pero de cuando en cuando la conexión que se fraguó a lo largo de los años en O Morrazo resurge en las pistas galas.

Ha pasado más de una temporada desde que Adrián dejó la Asobal para adentrarse en la aventura francesa. Los inicios no fueron un camino de rosas. Llegaba a un equipo cargado de caras nuevas, a una ciudad y cultura distintas y también debía enfrentarse a otra forma de entender el juego. Pero se adaptó, se asentó y en su segunda temporada en Francia ya viste los galones de capitán del Caen. «Este ano son segundo capitán. Xa teño un rol máis importante no equipo, porque cambiaron moitos xogadores e eu conto cun pouco máis de experiencia, polo que o adestrador quixo darme ese punto máis de responsabilidade», explica el lateral, plenamente adaptado en Normandía. Además, el pasado verano Adrián recibió una buena noticia. David García, compañero de fatigas en el Cangas y amigo, fichaba también por el equipo, por lo que otra pequeña parte de O Morrazo llegaba hasta Caen. «A chegada de David para min tamén foi un punto bo porque ter a un amigo, máis que un compañeiro. Axúdame non só a nivel deportivo, senón persoal. Agradécese compartir a experiencia de estar fóra con alguén con quen te levas ben e a quen coñeces», explica Rosales, Cicerone particular del central de Bueu.

«Es mi traductor», dice entre risas David. Cuando decidió seguir los pasos de Adrián y poner rumbo al Caen sabía que le esperaba una prueba dura, pero está contento. «Es más o menos lo que esperaba. El idioma es el gran problema, aunque como voy con Adri a todas partes, él me ayuda. Luego, el nivel de la liga, físicamente, es superior», desgrana, «pero voy adaptándome. Estoy jugando mucho».

Recuerda David que cuando llegó a su nuevo vestuario se encontró a una plantilla muy renovada y con mucho trabajo por delante. «Éramos ocho nuevos, imagínate. Los primeros entrenamientos fueron complicados porque en Cangas se juega diferente, es un balonmano táctico, pero con más libertad, aquí es todo más cuadriculado. Al principio no teníamos ni jugadas, y como Adri y yo llevábamos tanto tiempo juntos, pues nos poníamos a hacer esas cuatro o cinco cosas que ejecutábamos en Cangas para poder jugar un poco mejor». «Sabiamos que eran cousas que funcionaban», añade Adrián entre risas, «pequenos detalles que cando te coñeces che axudan a lograr o que buscas. Iso era o que me faltaba o ano pasado».

La dificultad del idioma

Con sus cruces y sus jugadas de memoria, made in Cangas, David y Adrián pusieron la nota morracense al juego del Caen. «Lo que más echo de menos es jugar con los amigos, son muchos años y estás acostumbrado a ellos, puedes comunicarte bien con todos. Y claro, luego está la afición. Aquí va mucha gente a los partidos, pero no se crea el ambiente de O Gatañal, que a veces te hace ganar partidos, eso sí que se nota muchos», concede García.

Sortear las dificultades idiomáticas se ha convertido en el principal reto diario de David, tanto dentro de la pista como fuera. «Ahora voy entendiéndome mejor, pero al principio lo pasaba mal. El entrenador me decía que diese las indicaciones que quisiese, pero me costaba muchísimo. Ahora empiezo a chapurrear francés y la cosa va mejor», confirma el central. Desde la distancia, siguen con atención lo que sucede en Asobal y cómo marcha su Cangas. Aunque el panorama no es el idóneo, confían en que el equipo acabe sacando adelante su raza de superviviente. Ellos, esta vez, empujarán desde la distancia.