Un enorme tortazo

Alberto Blanco EN ZONA

DEPORTES

15 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sonrojada nos quedó la cara ayer. Eslovenia fue muy superior a España. En todos los sentidos. En el juego, en el esfuerzo, en solidaridad, en acierto... en fin, en cada uno de los detalles que definen un partido. Parecían los eslovenos los expertos en manejar estas lides. Su frescura de baloncesto dejó sin recursos a un maniatado equipo.

Ni un solo segundo de alegría tuvimos. Nada. Cero plano. España arrancó en una marcha cansina. Supongo que buscaba frenar el juego rápido y descarado de Eslovenia. Pero la pastosidad de nuestro ataque fue irritante por momentos. Tan solo unos minutos en el segundo cuarto, con Sergio Rodríguez a la cabeza sirvieron para hacernos creer. Creer, eso fue todo.

Porque fuimos una laguna por el centro. Nos atacaron una y otra vez, con el bloqueo central. Ráfagas de disparos desde la línea de 3 puntos impedían las ayudas. Llegaron los eslovenos a estar por encima del 70 % de acierto. Una verdadera pasada. Y en el lado opuesto, nuestra supremacía en el cuerpo a cuerpo cerca del aro, simplemente no fue real. Nunca estuvimos cómodos en los contactos. Más bien, hasta produjo cierta alergia. Incluso por contagio del arrollador juego de Eslovenia, pudimos intoxicarnos. Pero ni con esas. Llegar al descanso con vida fue un mero espejismo. Los veinte minutos finales fueron una tortura. Pero en nuestra contra. Tan bien habituados como nos tienen estos chicos.

¡Cuánto dolor acumulamos ayer viendo a España! El repaso ha sido de órdago. Te queda el cuerpo maltrecho como para empezar a pensar en la lucha por la medalla de bronce. Eso será otro cuento.