Paulinho llega con el pie cambiado

P. Ríos BARCELONA / COLPISA

DEPORTES

STR | AFP

El brasileño, que tocó fondo en el 2008 y costó 40 millones al Barcelona, se encontrará con las reticencias de la afición por su falta de técnica y caché

15 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el viernes se sabe por las informaciones contrastadas que llegaban desde Brasil y China que Paulinho, centrocampista de la selección canarinha y del Guangzhou Evergrande, era nuevo jugador del Barcelona.

Sin embargo, el club azulgrana no solo no quería anunciarlo con la Supercopa de España en juego, sino que avisó al futbolista que no se presentara hasta el jueves y se quedara unos días haciendo escala en Londres.

Por una parte, el motivo era no desviar la atención hacia el mercado cuando se estaba disputando un título. Sirve como excusa, a medias. A nadie se le escapa que la directiva culé estaba intentando cerrar antes un fichaje más atractivo, Phillipe Coutinho o Ousmane Dembélé, o los dos, para que Paulinho fuese un complemento. Pero las operaciones para contratar a los delanteros de Liverpool y Borussia Dortmund, aunque bien encaminadas, son lentas y al Barça no le ha quedado más remedio que anunciar la llegada de Paulinho de forma oficial.

Y, como no podía ser de otra forma en el exigente y elitista entorno culé, y más tras un 1-3 ante el Real Madrid en un Camp Nou repleto de turistas con camisetas del eterno rival, la lluvia de críticas arrecia contra el presidente, Josep Maria Bartomeu, y la dirección deportiva. Paulinho, sin estilo azulgrana, más aguerrido que técnico, caro (40 millones confirmados por el propio club) y de procedencia de una liga poco competitiva como la china, no entra con buen pie y no sirve de cortina de humo. 

El peor momento

Hace nueve años, desencantado y tras sufrir insultos racistas de su propia afición, Paulinho había decidido dejar el fútbol y su sueño de triunfar en un club grande, aunque logró dar la vuelta a la situación hasta aterrizar en el Camp Nou.

Nacido el 25 de julio de 1988 en Sao Paulo, en el seno de una humilde familia, José Paulo Bezerra Maciel Júnior Paulinho, vive ahora el colofón a una irregular carrera, parecida a una montaña rusa, y que lo ha llevado a jugar en tres continentes y alternar equipos semiprofesionales con grandes como el Tottenham o el Corinthians. 

Todo comenzó en el 2006, cuando todavía no había cumplido los 18 años, y le llegó una propuesta del Vilnius lituano, que aceptó sin pensárselo. Sufrió con el frío, problemas de comunicación y el racismo de su propia afición. Con cinco goles en 38 partidos, pidió al club un traspaso y probó suerte en Polonia, en el LKS Lodz, pero tampoco se adaptó y tras pasar seis meses en el banquillo, decidió dejar el fútbol. Su mujer, Bárbara, que estaba embarazada, le hizo cambiar de opinión y lo convenció para volver a Brasil y empezar de cero, aunque fuera en clubes menores. Y de la cuarta categoría llegó hasta el Barcelona.