Tras el adiós del Relámpago

Isidoro Hornillos

DEPORTES

10 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las gestas protagonizadas por Usain Bolt que han asombrado a la humanidad le han propiciado un prestigio y popularidad al alcance de muy pocos semejantes. Su fama trasvasa el ámbito del atletismo y le sitúa entre los mejores deportistas de todos los tiempos. Desde su condición de atleta, ha prestado grandes servicios al deporte más olímpico de todos y contribuido como pocos a popularizarlo en todos los rincones del mundo.

Sabido es que el deporte moviliza sentimientos y emociones, pero también posee la capacidad de influir en las actitudes de sus practicantes y aficionados a través de sus valores intrínsecos. El jamaicano es un icono y modelo de éxito. Muchas personas serán incapaces de citar el nombre de un solo científico, pero sabrán quien es Bolt. Es lógico que se convierta tras su retirada en una figura muy deseada en el organigrama de la IAAF.

El reto del presidente Sebastian Coe será asignarle funciones para las cuales el jamaicano esté perfectamente preparado y las acepte. Cierto es que la capacidad de superación, esfuerzo, constancia… que Bolt ha necesitado como atleta las va a transferir a su vida profesional, en el caso de que desee desarrollarla, ya que intuyo que no tendrá demasiados problemas económicos.

Es el eterno problema que afecta a muchos atletas cuando abandonan la competición. No tengo dudas de que la leyenda de Bolt seguirá contribuyendo a dinamizar el atletismo mundial, dentro de la estructura de la IAAF, pero desde responsabilidades acordes con su experiencia y formación. De lo contrario corre el riesgo de convertirse en un incómodo jarrón chino, muy valioso pero que nadie sabe dónde colocar.