Esteladas, Messi y Federer

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS EL TERCER TIEMPO

DEPORTES

31 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las esteladas que desafían a la UEFA, el coqueteo con el independentismo, la teoría de la conspiración en los tribunales, la piel fina ante cualquier comentario... El Barcelona vive instalado en el victimismo, que solapa con frecuencia la excelencia de su equipo en el juego. Desde hace años volcado en el seguidismo del soberanismo (y por tanto de espaldas a gran parte de su gente), el club deja con frecuencia el fútbol en segundo plano. Hasta Messi, en estado de gracia, queda relegado ante la cháchara superficial de cada semana, a menudo impulsada desde el club con una gestión grotesca. El argentino apenas atiende a los periodistas -es decir, a la afición-, la prensa queda fuera de sus entrenamientos más que de forma testimonial y el 10 continúa siendo un misterio. Probablemente el personaje no dé mucho más de sí, pero el club consume esfuerzos en convertir molinos en gigantes cuando tiene al más grande pelotero del momento.

Messi va creciendo y esta semana recordó José Mourinho el vacío que dejará. «Dentro de cinco años, Messi tendrá 34 y todos lloraremos», comentó el portugués para ilustrar la pérdida de protagonismo de Carrick en su Manchester United. 35 tiene ya Roger Federer. No gana un grande desde el 2012, duele verlo en el séptimo puesto del ránking mundial y los problemas en la rodilla y la espalda lo tienen de baja desde julio. Pero su magnetismo y la gestión de su imagen (con unas cien ruedas de prensa por año) lo mantienen en la cima del deporte mundial. Forbes acaba de auparlo con el deportista con más valor como marca, 36 millones de dólares. Cuanto menos gana, más crece la nostalgia por su tenis de bailarín y el temor por el día en que falte. Quizás por eso ya antes de que cumpliese la treintena se corrió el bulo de que se retiraría en los Juegos de Londres. Hoy mantiene intacto el gusto por el tenis un deportista inclasificable, «uno de esos escasos atletas sobrenaturales que parecen estar exentos, por lo menos en parte, de ciertas leyes de la física», como describió David Foster Wallace. Federer, que fue un niño temperamental y domó su carácter, también tiene sus días airados y se queja en ruedas de prensa, pero se cuida de que nada eclipse el brillo de su tenis de fantasía.