Samuel siempre ha sido así, dentro y fuera del ring. La primera vez que lo vi, era un torbellino, pero también un talento, algo especial. Destacaba y no precisamente por su corpulencia porque siempre fue un boxeador pequeñito, sino porque era muy vivo, muy rápido de mente, muy pillo. El rival debe estar siempre muy atento porque te sorprende. Esa es su mayor cualidad, la movilidad y la capacidad de sorpresa. Tiene un don especial.
Nunca sabes lo que va a hacer, es todo corazón, impulso. Cuando lo vi en el clasificatorio, pensaba: «Tiene que pelear como él sabe». Pero es que nadie sabe cómo pelea Samuel Carmona. Se va, viene, se ríe, entra, sale... En estos Juegos Olímpicos sale con la ventaja de que sus rivales no le conocen y, por tanto, no saben cómo contrarrestarle. De modo que todo dependerá de él mismo, está en su mano.
Por lo que he visto, está al nivel de los ocho mejores boxeadores del mundo. Está centrado mentalmente, pero es que para el boxeo siempre lo ha estado. Lleva tres años diciéndome que vendrá con la medalla de oro. Ahora solo deseo que tenga esos diez minutos buenos a los que nos tiene acostumbrados porque la verdad es que los tiene el 90 % de las veces que pelea.
Que Samuel nos siga dejando soñar.
Juan Tomás Rodríguez es presidente de la Federación Canaria de Boxeo