El vídeo de Delpo

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois GALICIA-RÍO VÍA LISBOA

DEPORTES

09 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Esto es así, chicos. Uno está solo acá, en el gimnasio. No hay nadie, el día llueve, como sabrán, diluvia en Buenos Aires. Las ganas de entrenar son muy pocas, las ganas de salir de la cama son muy pocas. No tener a nadie que lo motive, no tener a nadie que lo acompañe. Con todas esas cosas se hace más difícil todo. Pero el orgullo y el amor propio es mucho más fuerte. Y yo estoy acá gracias a ustedes, que son mis amigos y que siempre me bancaron cuando yo estuve muy mal. Entonces, todo el esfuerzo que hago es para que puedan disfrutar de verme jugar y para que durante muchos años más estemos todos juntos peleando porque yo pueda volver a ser feliz dentro de una cancha. Les mando un abrazo y que cada uno, en lo que haga, deje todo. Y si sale bien, buenísimo; y si no, que se queden tranquilos, que lo dieron todo. Chao».

El vídeo lo graba hace unos meses un jugador que pelea por salir del más negro de los agujeros para un tenista, la espiral de las lesiones. Un excampeón del US Open que al parecer comparte su soledad con un grupo de amigos por guasap, pero el archivo termina filtrándose. El único que entrena a esa hora en el gimnasio es un mangallón de 198 centímetros encogido por las operaciones de muñeca.

El campeón del US Open del 2009 ante Nadal, cuando Nadal superaba a Federer, cuando Federer era el mejor. Palabras mayores. Desde aquel verano en Nueva York Del Potro no volvió a celebrar un grande, ni un Masters 1.000. Su último título lo alcanzó en Sídney hace más de dos años y medio. Por todo eso, por el reverso feliz del vídeo del gimnasio, lloró el gigante de Tandil al tumbar a Del Potro.

Las lesiones pueden arruinar en los Juegos el esfuerzo de toda una vida. Uno de los atletas españoles trata estos días con antibióticos una infección bacteriana. El coruñés Andrés Díaz compitió con fiebre en Sídney. Y agarró un séptimo puesto en una de las finales de 1.500 más maravillosas de la historia olímpica: oro de Noah Ngeny, plata de Hicham El Guerrouj y bronce de Bernard Lagat. Días después, Díaz descubrió que había padecido una mononucleosis. Pero el empuje de los aros olímpicos consiguió mitigar aquel lastre. Benditos milagros de los Juegos.