La depresión sorpresa del Barça

p. ríos BARCELONA / COLPISA

DEPORTES

ANDER GILLENEA | AFP

Los síntomas se detectaron en Villarreal, en el clásico se evidenció el problema y en Anoeta han sonado las alarmas

11 abr 2016 . Actualizado a las 10:31 h.

Ahora ya no hay ninguna duda: el Barça se ha metido en un lío. A Luis Enrique y sus jugadores se les han apagado las luces en el momento cumbre de la temporada. Cuando parecían lanzados hacia otro triplete, han entrado en un inexplicable estado depresivo y ya son menos los que les ven campeones de todo. La falta de alegría en el césped se ha transformado en tres pinchazos seguidos en la Liga que han permitido a Atlético y Real Madrid colocarse a tres y cuatro puntos, respectivamente, aunque ambos con la diferencia de goles particular desfavorable con el conjunto azulgrana. Quedan seis jornadas, 18 puntos en juego, y el Barça todavía puede fallar una vez más. Pero si realmente quiere ganar el título, mejor que deje de jugar con fuego.

La vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Atlético de Madrid, este miércoles en el Vicente Calderón, se presenta para el Barça como una oportunidad para volverse a conectar, pero existe el evidente riesgo de que se convierta en otro paso hacia el hundimiento definitivo. Si no logra defender el 2-1 de la ida en el Camp Nou, el palo anímico ya será enorme y difícilmente tendrá capacidad de reacción en la Liga. No es alarmismo gratuito. Es la historia del Barça: cuando se deprime, no hay quien le cure.

Falta de ideas

Asegura Luis Enrique que los datos que maneja su cuerpo técnico y médico indican que los jugadores están mejor físicamente que la pasada temporada a estas alturas. Si no miente y el problema no es de músculos agotados, ya puede buscar remedio deportivo a la lentitud de un equipo que en Anoeta jugó sin ideas y que además entró al partido sin intensidad pese a saber que la Real Sociedad iba a apretar al inicio, como sucedió el año pasado y como volvió a ocurrir con el gol de Oyarzabal.

Todo comenzó en El Madrigal el pasado 20 de marzo. El conjunto azulgrana, que ganaba 0-2 al descanso, se dejó empatar 2-2 en una flojísima segunda parte. Si hay que buscar el momento en el que alguien accionó el interruptor de la desconexión, es necesario volver a Villarreal mentalmente. Con ese mal sabor de boca, los internacionales se fueron con sus selecciones. Unos no llegaron a jugar por molestias (Iniesta, Busquets y Rakitic) y otros regresaron sin energía tras la exigencia de la liguilla sudamerican de clasificación para el Mundial 2018: Messi, Mascherano, Alves, Neymar y Luis Suárez no se fueron de excursión para jugar un par de amistosos intrascendente, sino que disputaron puntos bajo una enorme presión.

Volvieron cambiados. Neymar, que además falló en la cita internacional, el que más. Es una sombra. También Messi vuelve a caminar demasiado, pero, aunque lleva cuatro partidos sin marcar ni asistir por primera vez en su trayectoria en el Barça, por lo menos sigue generando cuatro ocasiones por encuentro.

El pobre partido en el clásico ante el Madrid se puede explicar por esa falta de descanso, así como la primera parte europea frente al Atlético. Pero antes de Anoeta ya hubieron más días para recargar las pilas. «Vamos primeros y los tenemos todo a nuestra disposición», afirmó Luis Enrique. «Estoy seguro que la Liga no se escapa», aseguró Piqué entre tuit y tuit en sus infantil polémica con Arbeloa. Pero mientras se debate sobre el desgaste, las palabras sí que se van gastando. Toca pasar a la acción de inmediato o será muy tarde. No es alarmismo gratuito. Es la historia del Barça: cuando se deprime, no encuentra cura