Luca Modric

Gaspar Rosety LA VOZ

DEPORTES

03 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay futbolistas que no alcanzarán el Salón de la Fama ni serán reproducidos en el Museo de Cera y, sin embargo, brillan con luz propia, ejercen sus funciones a las mil maravillas y ofrecen a sus clubes rendimientos espléndidos. Luca Modric representa al jugador que no busca su lucimiento personal sino la fuerza para poner en marcha a su equipo. Y el Real Madrid, entre tantos fichajes centenarios en millones de euros, ha encontrado un motor fantástico para el medio del campo con la aportación de Luca.

Sin ánimo de censurar al pasado entrenador, que no me gustaba por su empeño en encorsetar y disciplinar libertades y por ahogar la creatividad de ciertos futbolistas, Modric ha ganado con Zidane un espacio de trabajo excelente para recibir el balón, tocar, driblar, pasar en largo, ceder, servir juego profundo y meterle una marcha más al espíritu global del equipo, que se enfoca en la alegría del gol.  Pertenece a ese género de profesionales que no mete ruido porque, como bien dice el ilustre jurista Manuel Medina, socio fundador de Medina Cuadros Abogados, el bien no hace ruido y el ruido no hace bien, frase que suscribe en público Isidro Fainé, presidente de La Caixa. Luca encarna la figura del mediocampista técnico, con buen fondo físico y una idea intelectual del fútbol ofensivo, un pensamiento que siempre camina hacia adelante en busca del área contraria, del compañero desmarcado, del amigo que muestra la vía hacia el gol.

Todo esto podría llevarnos a pensar que estamos ante un futbolista escasamente defensivo pero nada más lejos de la realidad. Su sentido táctico encierra una disciplina que sobrelleva con buenas maneras en medio de su fútbol elegante. Ante las desapariciones de Kroos, Isco o James, ante las escasa ayudas de los puntas, Modric ha sabido interpretar un papel lleno de sacrificio y, al tiempo, de apreciable capacidad creativa.

Seguramente, Zidane vea en él la persona adecuada para ponerse los galones y dirigir el juego de un equipo que se ha desenchufado de los partidos en algunas ocasiones y al que le toca situarse, desde ahora, ante los grandes de Europa. Ante ellos, no caben distracciones toda vez que la liga está a distancia notable y la Champions se ha convertido en el salvavidas de un club que ha vivido demasiados vaivenes en muy poco tiempo. Modric podría ser, sin vitola de galáctico, una pieza clave.