Del internado a la cima del golf

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

TANNEN MAURY | Efe

La vida Jason Day, el ganador del PGA, toda una historia de superación

18 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco después de golpear un larguísimo putt para birdie en el 18 y ver que la bola se quedaba a apenas un palmo del hoyo, Jason Day (1987, Beaudesert, Queensland, Australia) rompió a llorar desconsoladamente. Trató de amortiguar las emociones moviendo para delante y para atrás la gorra negra que le había cubierto la cabeza del sol implacable de Wisconsin durante más de cuatro horas. Recurrió de forma instintiva a ese tipo de gestos cuya única razón de ser es la de aliviar una perturbación tan profunda. No solo sabía que acababa de ganar el primer major de su carrera, sino que era consciente de que también había asegurado el récord de golpes bajo par (-20) para conquistar un grande.

Cuando pudo secarse las lágrimas y después de que Jordan Spieth, el nuevo número uno del mundo y compañero de partida, cerrase su participación en el PGA, Day se agachó, depositó la bola en el campo sin apenas mover una mota de hierba y la embocó con mimo. El silencio se transformó en una rotunda ovación. En ese instante, en la conclusión de su último recorrido a Whistling Straits, Colin Swatton, su caddie, el hombre que logró enderezar su vida, se le acercó y los dos, entre sollozos, se fundieron en un abrazo. El final y el principio soldados durante unos segundos que en realidad significaban una eternidad. El epílogo perfecto para una historia de superación increíble.

El padre de Jason, Alvin, solía jugar al golf en un club de Beaudesert donde Colin formaba parte de la nómina de monitores. El primer palo de Jason fue una madera que Alvin recuperó de un contenedor de basura. Cuando Jason tenía 12 años, su padre murió de cáncer y entonces el joven empezó a meterse en problemas. Se emborrachaba con frecuencia y no había día que en que no se pelease. Dos cosas modificaron su destino: Colin Swatton y un libro sobre Tiger Woods que le prestó un amigo en el colegio.

Una segunda hipoteca

Swatton había cambiado de trabajo y le propuso a la madre de Jason que lo mandase con él a la Hills International Golf Academy, donde ahora estaba ejerciendo como profesor. Tuvo que pedir una segunda hipoteca para poder enviarlo a el internado. «En aquello días éramos realmente pobres», rememoraba el domingo por la noche el número cuatro del golf mundial. Solo seis años después, Jason Day ya era golfista profesional.

«Tenía claro que con los valores del trabajo su talento natural acabaría saliendo a la luz», destacaba al término del PGA Colin Swatton. «Estoy muy orgulloso de él... el estar allí en el hoyo 18 a su lado... Esto le da sentido a todo», añadía. «Para mí, es alguien de mi familia, mi brazo derecho, sin él no podría jugar al golf», replicaba Day, que no pudo evitar volver a emocionarse cuando recordaba lo que ha supuesto para él su caddie, su mentor. «Él me conoce desde los 12 años y ha sabido guiarme desde cuando llegaba a casa borracho e iba por mal camino hasta convertirme en campeón de un grande. No creo que muchos entrenadores puedan decir esto».