El Relámpago y su tormenta pendiente

Xosé Ramón Castro
Xosé Ramón Castro FONDO NORTE

DEPORTES

14 feb 2015 . Actualizado a las 16:16 h.

Vuelve Usain Bolt. En teoría para cubrir la primera página de su última obra: el principio del fin. Vuelve después de marcharse por la puerta de atrás en una edición de bolsillo de su temporada del 2014 y con la necesidad de escribir renglones de gloria para quien fue leyenda desde la primera zancada pero que se ha ido humanizando con el paso del tiempo.

El regreso de Bolt nunca pasa inadvertido. Ni en el preámbulo. Como casi todos los años, salvo acuerdos comerciales de mareantes ceros, cada febrero vuelve al mítico estadio de Kingston, que le vio nacer para el atletismo, para calzarse las botas de tacos y pegar el primer esprint. Será el próximo sábado. Desde el conocimiento de su existencia, ese prólogo lo corrió en la distancia en la que nunca se atrevió a desafiar el tiempo, los 400 metros. Un guiño a un reto imposible que en su día generó ríos de tinta pero cuya página real quedará en blanco salvo una sorpresa mayúscula en las tres temporadas que le quedan al Relámpago. En esta ocasión, todavía no se conoce en qué distancia bailará el día de San Valentín. Será la primera incógnita. La segunda, saber de su estado físico. Porque desde el 23 de agosto pasado y por un problema en un pie no ha vuelto a competir y apenas se han conocido datos de sus andanzas. Como si al mejor de todos los tiempos lo hubiese engullido la tierra.

El estadio nacional es el punto de partida a un año con deberes pendientes. Bolt asombró en Pekín y en Londres. Coleccionó oros olímpicos y récords estratosféricos siendo todavía un chaval. Con él, el atletismo recuperó la primera página de la actualidad deportiva y los debates no se centraban en quién ganaría, sino el tiempo que el jamaicano de tallo largo invertiría. Si sería capaz de poner en jaque los límites que la ciencia tenía reservados al cuerpo humano.

Pero por muchas razones, desde el verano del 2012, Bolt se ha dedicado a correr poco y en modo funcionarial. Anunció páginas de gloria y lleva tres años rellenando formularios. Ganando con comodidad, firmando alguna marca de primer nivel pero lejos de los registros que dejaron al mundo con la boca abierta. Por eso el 2015 debe estar marcado en rojo para el hombre más rápido del planeta. A sus 28 años puede estar ante la última oportunidad de dejar un registro imposible para las generaciones futuras o simplemente recrearse con el vídeo de los 9.58 en los 100 metros y en los míticos 19.19 en los 200 metros o en el show del relevo 4x100 después de una muesca sideral.

Todo dependerá de su estado físico y de las ganas que le queden. El primer test será en Jamaica, luego llegará la enigmática temporada estival en Europa, por ahora solo se conoce París como destino, y como colofón al año preolímpico el Mundial de Moscú, se supone que el momento culminante. Los números de este 2015 serán algo más que una guía para sus terceros y últimos Juegos un año después en Río. El lugar en donde el relámpago tendrá que provocar la tormenta perfecta si quiere retirarse un año después como el deportista más grande todos los tiempos. Por genética, por calidad e incluso por precocidad, nadie lo puso en duda, pero las latosas molestias y su particular filosofía de vida pueden provocar que Usain acabe su carrera con un borrón impropio del que ha sido un gigante en el adorable mundo de la velocidad en una pista de tartán. Comienza la cuenta atrás para un mito necesario.