Hay cosas mucho más importantes que dar 50 vueltas a un circuito al inicio del año. Por ejemplo, no quemar el coche. La decepción del público de no ver rodar a Fernando Alonso, mitigada en la jornada de ayer, no equivale a ningún quebradero de cabeza dentro de McLaren. Los problemas de refrigeración no han pillado por sorpresa a los ingenieros de Woking. Porque lo que han presentado estos días en Jerez es como una olla a presión sin pitorro de salida de aire. Sin garantías de que sea la fórmula correcta, McLaren ha desembarcado en el circuito con un monoplaza empaquetado al milímetro, pulido hasta el extremo, con las piezas totalmente constreñidas. De ahí los problemas de refrigeración que pueden comprometer no solo el motor sino también el Power Control Unit, la centralita del coche. A partir de ahí llegarán los retoques. La mayoría de escuderías tendrá que apretar tornillos. McLaren, en cambio, deberá aflojarlos.
Es pronto para ver el potencial del motor Honda, al que finalmente la FIA dejará retocar a media temporada, si bien con menos capacidad que el resto de escuderías por estrenarse en el 2015. Y es pronto para valorar los tiempos de cada coche. Los pilotos aún no se han ceñido al peso mínimo obligatorio. Las cargas de gasolina son muy dispares, igual que los componentes de los neumáticos. Da igual si Mercedes se hunde en la tabla de Jerez o Ferrari parece comerse el mundo. Igual que nadie sentencia que el Real Madrid ganará la Liga por haberse llevado el Teresa Herrera.