Existe un problema por la contradicción aparente entre la normativa española y las de FIFA y de UEFA. Mientras el Gobierno español está legitimado para investigar y controlar a las diferentes federaciones, Joseph Blatter y Michel Platini las consideran entes privados, legitimados para gestionarse a sí mismos y, por este motivo, ajenos a cualquier intervención de los gobiernos. El argumento del «desmesurado intervencionismo» utilizado por Villar es una bomba de relojería en manos de la FIFA, que podría excluir a España de sus competiciones. Curiosamente, la Federación pidió a la UEFA que destituya a Cardenal de todas sus comisiones o áreas de trabajo, y resulta que el presidente del CSD dice que no tiene relación alguna con Platini. «Va a ser fácil darle gusto al señor Villar porque no estoy en la comisión de la UEFA ni he estado nunca. He sido invitado en dos ocasiones a un grupo de trabajo que tiene que ver con la integridad del fútbol, con el amaño de partidos. A una reunión sí pude acudir, pero a otra por agenda no. No tengo relación con la UEFA», subrayó Cardenal. De momento, UEFA y FIFA no han respondido a las peticiones de la Federación, aunque no se puede obviar que Blatter y Platini se sublevan ante las injerencias. Por eso suspendieron a Grecia, Nigeria o Irak y amenazaron a otros como Portugal y Ucrania.
Blatter, que tiene en Villar a uno de sus vicepresidentes más veteranos, ya le apoyó sin fisuras cuando el CSD, capitaneado entonces por el socialista Jaime Lissavetzky, intentó que la Federación celebrara elecciones antes de los Juegos de Pekín 2008, como exigía la legislación española para los deportes no clasificados para la gran cita universal. Blatter se presentó en Madrid y fue concluyente: «No podemos aceptar una intervención». Dos meses más tarde, el CSD retrasó esos comicios y Villar inició su sexto mandato después de que España ganase la Eurocopa de Austria y Suiza.