El hervor del gol

Murillo

DEPORTES

27 ene 2015 . Actualizado a las 04:48 h.

El fútbol es un estado de ánimo permanente, y sus sensaciones se derivan de los resultados y el juego. El éxito del Lugo hasta hace poco se basaba en esa dicotomía, aunque a veces pareciese atravesar lagunas temporales más bien cortas. Pero esta última pájara ha llevado al equipo al borde de los puestos del descenso. Y eso que los últimos resultados ajenos casi le fueron unánimemente favorables al equipo de Setién, salvo el inesperado triunfo del Albacete en Santo Domingo sobre el Alcorcón. Pero el decaimiento del juego y el encefalograma plano de los últimos partidos de los lucenses, habían encendido todas las alarmas en A Cheda. La sombra del descenso comenzó por primera vez a planear sobre el subconsciente de muchos aficionados, directivos, técnicos y hasta jugadores. Se habían perdido la competitividad y la frescura relativamente recientes, y el equipo había entrado en un profundísimo bache. Más que próximo al socavón. Tampoco el Mirandés de Terrazas, con una primera vuelta para enmarcar, parecía el rival más idóneo para reencontrarse con la victoria alejada de la memoria rojiblanca. Y así sucedió anoche en la primera parte de una noche gélida y una hora intempestiva del crudo enero, donde el trabajado conjunto burgalés dominó todas las facetas del partido en el primer período, incluido el golazo firmado por Pedro en el minuto 33. Un omnipresente Igor Martínez dominó a su antojo todo el juego visitante. Pese al gol encajado, la concentración defensiva lucense evitó males mayores, a la espera de tiempos mejores. Y estos llegaron en unos 25 minutos iniciales del segundo período imparables del Lugo, resucitado de sus cenizas, imprimiendo una intensidad, lucha y hasta velocidad que acabaron acorralando en su campo y en su área al Mirandés. Hasta diez remates de todos los calibres tuvo que soportar como bombardeo el meta visitante Imanol, que evitó el segundo tanto local, pero no el primero del empate en un testarazo del mejor jugador lucense sobre el terreno, Lolo Pla. El ex del Benfica fue un ejemplo de esfuerzo, solidaridad y despliegue en lucha desigual con sus marcadores. A este menester se sumaron los Seoane, Fernando y Diego, el debutante deportivista, y los propios Lolos, incluido Pavón. Pita también se sumó a la construcción del juego desde atrás y las aperturas a banda con profusión. Pero el Lugo volvió a quedar varado en el marcador y ese es su propio pecado capital, el hervor del gol. Quedan cinco días para que la chistera de Mouriz reviva ese difícil pero imprescindible tránsito: hallar un mirlo blanco vestido de 9. Nos lo jugamos todo.