Los clubes se esfuerzan en «educar» a los progenitores de sus jugadores
28 dic 2014 . Actualizado a las 09:40 h.Circula la leyenda urbana de que al padre de cierto futbolista internacional se le prohibió la entrada en las instalaciones del club en el que jugaba su hijo siendo un chaval por los espectáculos que el progenitor montaba en la grada. La actitud de Jim Pierce, padre de la tenista Mary, en los partidos de su hija también ha pasado a los anales de la historia con lindezas del estilo de «mata a esa mujerzuela» eructadas en pleno duelo. ¿Cómo es la relación de los clubes arousanos con las familias de sus jugadores? ¿Son padres o son hooligans?
Para Juan Rodríguez, Espi, director técnico del Cortegada-Liceo-BBC la clave es la información. «Al conocer la filosofía que tiene el club todo es más fácil», afirma. En el CLB, como en la práctica totalidad de los clubes de la comarca, una reunión a principio de temporada marca las pautas a seguir y la respuesta de los padres suele ser receptiva. «Les explicamos, por ejemplo, que cuando animamos a los chicos después de que fallen una entrada con la mano izquierda no estamos locos; es que queríamos que lanzaran con la zurda», explica Espi poniéndose en un caso extremo.
Alberto Blanco, del CB Vilagarcía, considera que las cosas van mejorando poco a poco. Por un lado, los clubes se han vuelto cada vez más dependientes de los padres por razones económicas e incluso de organización pero apela, al igual que Espi, a la información como la clave para que no haya problemas. Blanco Vila revela que en su club se han llegado a plantear la opción de recomendar, prohibir es imposible porque son instalaciones públicas, que los padres solo pudieran asistir a los primeros quince minutos de entrenamiento o a los quince últimos. El razonamiento es lógico: si un progenitor no pretende estar presente en una clase de piano o de inglés de su hijo, ¿por qué si quiere estar en una clase de fútbol o de baloncesto?
Alberto, que es padre de un joven futbolista, considera que el ambiente en los campos de fútbol es más complicado. «Aún se escucha al típico padre gritando ?páralo como sea?», afirma. Y lo explica porque, al contrario de en el baloncesto, donde la posibilidad de hacer profesional de la canasta es muy remota, en el balompié hay progenitores que ven opciones de encauzar el futuro económico de sus hijos por ahí.
Y con Alberto Blanco coincide Eduardo Carregal. «Moitos pensan que os van sacar de traballar», afirma uno de los responsables de la cantera del Arousa. Carregal, que ayer estaba con el infantil B arlequinado disputando la Millenium Cup en el País Vasco, insiste en que muchos padres les hacen un flaco favor a sus hijos interfiriendo en la labor de los entrenadores y está de acuerdo con sus colegas en que la clave está en que se cumpla el reglamento interno de cada club. «A partires de certa idade os fillos teñen o dereito de ser formados como deportistas pero non poden esixir xogar», resume.