Cuando la haltera es una pluma

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

MARCOS MÍGUEZ

El Coruña hace historia tras ser el primer club gallego campeón de España y tener en el Mundial a Víctor Castro e Irene Martínez, primera gallega

14 nov 2014 . Actualizado a las 11:57 h.

Galicia eleva la haltera sobre sí misma. Como nunca antes había hecho. En buena medida, debido a los hitos históricos que ha alcanzado el Club Halterofilia Coruña en las últimas fechas.

A finales de octubre, se convirtió en el primer club gallego campeón de España (el femenino fue bronce en el mismo certamen) y esta misma semana, los coruñeses Víctor Castro e Irene Martínez acudieron al Mundial absoluto de Kazajistán firmando para Galicia una actuación sin precedentes. De hecho, era la primera vez que una halterófila gallega tomaba parte en una cita mundialista. Ambos acudirán a finales de mes, junto con el ferrolano Alberto Díaz, al Campeonato de Europa sub-23 que se celebrará en Chipre. De siete componentes de la selección española, tres serán gallegos.

El presidente de la federación gallega y fundador del Coruña, Óscar Fernández, no lo duda: «Estamos viviendo el mejor momento de la halterofilia gallega». Y eso que en su época Galicia era la quinta de España, con Andalucía al mando (ahora domina Canarias, con los gallegos al acecho) y aparte del suyo, sonaban nombres como Martínez Ares, Fernández Lois, Fernández Borrazás (que llegó a segundo entrenador de la Blume) y, más tarde, brillaron las féminas Montserrat Rodríguez (campeona europea con 18 años) y Rebeca Fernández (subcampeona europea con catorce y actual presidenta del Coruña).

«Había talento, pero no planificación técnica deportiva», recuerda Óscar Fernández. Hubo cuatro años dorados, y Galicia llegó a ser subcampeona nacional por autonomías. Pero el Deportivo desalojó de Riazor a muchos deportes minoritarios cuando firmó su convenio de uso con el Ayuntamiento. Entre ellos, la halterofilia. «Querían meternos a entrenar en un pasillo. Nos acordábamos de los alemanes orientales, que en 1956 entrenaban en búnqueres», relata el dirigente.

El húngaro Ferenc Szabo fue desde el Coruña una de las claves de la resurrección en la década de los noventa. Trabajó con la base, tumbó preconceptos y logró formar deportistas de élite.

Los dos máximos exponentes son los actuales campeones de España Víctor Castro (A Coruña, 1992) e Irene Martínez (A Coruña, 1993). Él, subcampeón de Europa, decimocuarto del mundo en arrancada y 18.º en total olímpico. Ella, bronce júnior mundial y europeo, y récord nacional absoluto con 94 kilos. Pronto se sumará Alberto Díaz (Ferrol, 1992).

Pero lo mejor está por venir, a juicio de Irene Martínez, que habla desde la Blume: «Saldrán más internacionales y a los que despuntamos todavía nos queda por progresar bastante». «Víctor es una máquina, ha hecho un Mundial increíble. La mía era muy mejorable, aunque haber sido la primera gallega es un orgullo poder llevar el nombre de Galicia tan lejos», añade.

Víctor Castro resume el oro en la Copa del Rey y su primer Mundial como «un cúmulo de sensaciones increíbles». «Era mi primer Mundial, tenía molestias, te autopresionas, pero al final solo pensé en disfrutar y tirar de la barra con alegría», cuenta.

«Es difícil saber hasta dónde podemos llegar. No nos ponemos límites. Es complicado continuar a este ritmo, pero si seguimos así, estaremos en lo más alto», avanza. «Estamos cansados, terminando una temporada casi perfecta, pero queda el esprint final», apura.

Rebeca Fernández representa desde hace una década a los dos centenares de deportistas que están bajo el abrigo del Coruña, adalid con Ferrol, Ourense y Vigo a la expectativa. «En mi época entrenábamos con el material masculino. Superamos eso y los preconceptos. Había más ayudas, pero ahora tenemos más material específico y ya no nos cierran la puerta en la cara en los colegios», explica.

«No nos podemos conformar. Debemos afianzarnos en la base. Y demostrar que el trabajo bien hecho da más frutos que el dinero», apunta Óscar Fernández.

«Lo mejor que me podría pasar como persona es que el Coruña llegue a tener algún deportista olímpico. Sería una felicidad indescriptible», sueña Rebeca Fernández.