Sergio Ramos, héroe de la décima, coge la estela de ilustres como Beckenbauer o Baressi
26 may 2014 . Actualizado a las 12:28 h.Si hay un nombre asociado a la décima Copa de Europa del Real Madrid es el de Sergio Ramos, por el gol en el tiempo añadido que llevó el partido a la prórroga y por su impecable despliegue durante los 120 minutos de juego. Es un reconocimiento más a una trayectoria repleta de éxitos y quizás un punto de inflexión en la imagen de un jugador en la que, hasta la fecha, parecían pesar más las chanzas por sus dislates fuera del campo, sobre todo en las redes sociales, que su brillante hoja de servicios.
Lo cierto es que el central ha dado muestras de personalidad dentro y fuera de la cancha, toreando situaciones que no tenían una lidia fácil. Hace menos de un año sonaron con fuerza los ecos de desencuentros con su presidente. Y así hablaba sobre el particular: «Con Florentino tengo diferencias, como con mi padre o hermano. Las diferencias son cosas personales, que quedan en casa. Pero no olvido quién me fichó. Si fuese por mí, me retiraría aquí». A Mourinho le aguantó el pulso sin temblar un ápice.
En el campo y en el vestuario nadie pone en duda sus galones y su madera de líder, de los que no necesitan reivindicarse. En Lisboa marcó un gol histórico, de los que merecen un retrato del instante por la trascendencia y por la plasticidad de su remate de cabeza. Pero todo eso quedó en un segundo plano en su discurso nada más concluir el encuentro. Habló de esa diana como el premio al esfuerzo del equipo y como el tanto del madridismo que tuvo fe en la remontada, no como el gol de Sergio Ramos.
Sobre el césped también suma méritos para ser ya uno de los centrales que siguen la estela de nombres propios como los de Beckenbauer, Baressi o Passarella. Domina todas las facetas del juego, va bien de cabeza en las dos áreas, es valiente para salir al corte y con los años va ganando poso. Si a todo ello le añade goles con peso específico, como los dos que le hizo al Bayern o el del sábado ante el Atlético (porque no valen lo mismo los que deciden que los que engordan la estadística), pocas chanzas se podrán hacer con el sevillano.