Encuentran a la selección perdida

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El combinado eritreo que se evaporó en el 2012 en Kampala vive en Holanda

11 may 2014 . Actualizado a las 18:31 h.

Después de haber perdido por 2-0 en Kampala contra la selección local durante la disputa de una competición regional, veinte integrantes del combinado eritreo salieron de compras por la capital de Uganda. Solo tres regresaron a su hotel. Diecisiete se evaporaron por las callejuelas a más de mil metros sobre el nivel del mar. Eran los primeros días de diciembre del 2012 y hasta esta semana no se había vuelto a saber de ellos. Aparecieron todos juntos a 9.799 kilómetros desde donde se les perdió el rastro. Viven desde hace pocos días en Gorinchem, una localidad de algo más de 30.000 habitantes en el corazón de los Países Bajos.

Están juntos, tal y como se borraron del mapa aquel día en África. Decidieron, según recogen las informaciones del periódico holandés AD, que se hizo eco de la noticia, permanecer unidos en su larga travesía hasta el Viejo Continente. Su huida del régimen dictatorial que atenaza Eritrea habría arrancado en un campo de refugiados en Kampala, donde entablaron los primeros contactos con organizaciones internacionales que se encargan de gestionar este tipo de casos. Los datos que facilitó el alcalde de Gorinchem, Anton Barske, sitúan a la selección eritrea en Uganda hasta hace seis meses cuando volvieron a hacer las maletas, cuando recogieron otra vez los pocos enseres que llevaban consigo, y prosiguieron el camino hacia el destino que siempre inundaba sus sueños: Europa, la frontera del primer mundo, su paraíso de libertad.

Cómo lograron alcanzar su meta aún es una gran incógnita. Algunas versiones incluso hablan de que habrían llegado en barco pagando a las mafias que trafican con seres humanos por las aguas del mediterráneo. A ese pasaje de su historia, todavía en penumbra, le quedan bastantes reglones por escribir. Finalmente el equipo terminó en Rumanía, donde reactivaron sus contactos con las organizaciones internacionales de refugiados. Buscaban un lugar en el que acomodarse, en el que comenzar por fin su nueva vida alejados de las miserias y el horror que los habían impulsado a volar lejos de casa. Gracias a un programa de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) en el que participa Holanda y que acoge a medio millar de exiliados cada año, aquellos diecisiete eritreos de los que nadie había vuelto a saber nada concluyeron su odisea a apenas 45 kilómetros de Róterdam, en una pequeña ciudad donde poder comenzar de cero.

Pasar desapercibidos

Sin embargo, después de que se hiciera público su paradero, a los deportistas se le aparecieron los fantasma del pasado. Les entró el miedo a las represalias. Eritrea castiga con el delito de alta traición a las personas que abandonan el país. De hecho, no permite la emigración. «Ahora quieren descansar, pasar desapercibidos», aseguró el regidor de Gorinchem, quien también recalcó que, aunque el Gobierno se encargará de guiarlos en su adaptación a Occidente, les corresponderá a los jugadores buscarse un empleo y pagar el alquiler de las viviendas que comparten en grupos de cinco o seis.

De hecho, habrían empezado ya a recibir clases de neerlandés, el idioma más común en la zona y el que les permitirá abrirse un hueco en el mercado laboral. Algunos de los clubes que participan en las ligas locales ya se habrían interesado por probar sus habilidades, por saber la soltura con la que se desenvuelven en un terreno de juego. Ellos, por su parte, confían en conocer lo que es respirar en paz.