Si queremos presumir de pureza cambiemos de deporte, la modalidad de captura y suelta tampoco es inocua para el medio
13 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.A escasas jornadas de iniciar una nueva temporada de pesca de truchas, los pescadores gallegos nos preparamos para ello, pero como existe una encendida polémica entre colectivos defensores de meter en el cesto las truchas legalmente capturadas y aquellos partidarios de devolverlas vivas al agua (conocido como captura y suelta) creo que puede resultar un curioso tema de análisis.
Hay una serie de supuestos que podrían obligar (aconsejar) a devolver estos peces, de elevado valor gastronómico y cardiosaludables, vivos al agua... ¿Están en peligro de extinción?, ¿es más ético y deportivo?, ¿toca conservar lo que tenemos y este es método?, ¿es simplemente una moda importada de países en los que el consumo de pescado juega un papel secundario?
Legislacion europea
Las respuestas, con carácter general, y para España, son todas negativas aunque la última tiene una sólida base en otras culturas, debido al papel que juega el consumo de pescado en la dieta española, que no es el caso de determinados países anglosajones. Por si alguien se rasga las vestiduras al no considerar más deportivo devolver las truchas vivas a su medio que meterlas en el cesto, añadiré que las leyes alemanas y suizas van muchísimo más lejos prohibiendo la captura y suelta.
En Alemania violar esta ley, (www.gesetze-im-internet.de), puede conducir a penas de hasta tres años de prisión: «Nadie puede ni debe, sin un motivo razonable, inflingir dolores, enfermedades o daños a un animal». La ley suiza obliga a matar al pez después de su captura, (www.about.com). Por último la potente organización ecologista PeTA califica la captura y suelta de crueldad y tortura (www .peta.org).
Sin privilegios
Personalmente no creo que tales limitaciones sean aplicables a España, pero nadie, salvo excepciones, debe tener privilegios. Si un pescador se inclina por la captura y suelta, adelante, pero asumiendo que detrás puede venir otro que prefiera meterlas en el cesto. Hay cientos de kilómetros de ríos en donde esto ya no es posible, solo captura y suelta, que ha ido masivamente en aumento. Tampoco tiene sentido que un pescador pueda pasarse todo un día capturando y devolviendo, como ocurre al día de hoy, y a otro se le limitan las capturas en función del número de peces que introduce en la cesta y -¡oh paradoja!- después de completar el cupo-cesta puede continuar el resto del día pescando con la única condición de devolver lo capturado, para mi éticamente inaceptable, tanto por el daño al río como por falta de consideración hacia otros pescadores.
Recientemente y en este mismo diario, leí un artículo en el que se criticaba unas capturas y posterior guía de algunos reos pescados en un espacio natural protegido, algo que sorprendió, de acuerdo con el relato, a unos visitantes ingleses. He nacido en España, aquí vivo y hay un obligado respeto hacia este país y sus tradiciones, por eso me cuesta trabajo digerir tales manifestaciones. Sin salirse del Reino Unido, en Escocia se capturaron, según la última estadística disponible (www.scotland.gov.uk) 102.243 salmones y 27.166 reos, de los cuales 38.912 salmones y 11.586 reos fueron retenidos para el consumo humano. En Escocia hay gran inclinación a la captura y suelta, pero también concesiones y tradiciones ancestrales, como la pesca con red que me merecen un profundo respeto.
Devoluciones al río escasas
En Islandia no hay ninguna ley que prohíba la pesca tradicional y cada río tiene sus reglas, pero dudo que el porcentaje de salmones devueltos supere el 25 % del total de capturas. En el caso de otros peces -como salvelinos, truchas y reos- la tasa de devolución no creo que llegue al 5 %.
Existe una regla de oro de la convivencia que obliga a respetar para ser respetado y de no ser así no vamos por buen camino. Sin duda, la modalidad que practico con mayor frecuencia, tiene mucho camino por recorrer; métodos, aparejos, selección de ríos y capturas, anzuelos sin muerte, quien pesque el cupo se va para casa y nunca peces vivos en la cesta. A día de hoy se percibe un sentimiento de película de buenos y malos por parte de un sector de adictos a la captura y suelta -hay excepciones, con las que comparto el edificante sentimiento por la vida salvaje- que me resulta enormemente molesto, entre otras cosas porque tal modalidad no es en absoluto inocua. Cuando un pescador entra en el río disturbia el medio, se destruyen con frecuencia áreas de vegetación y puesta, se engaña al pez, lo obsequiamos con un anzuelazo y a veces lo extenuamos al límite de su resistencia vital. Si queremos presumir de pureza cambiemos de deporte, algo que también recomienda PeTA. Pero si vamos al rio y conseguimos tener en mente una frase bíblica válida para ambos colectivos -«el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra»-, seguro que la pesca será mejor para todos.