Triunfar a contracorriente

Alberto Blanco

DEPORTES

10 feb 2014 . Actualizado a las 18:26 h.

Dos dramáticas horas le llevó al Real Madrid ver a Sergi Llull levantarse desde una esquina para devolver el mítico triple de Nacho Solozábal. Agarrado a un discurso opuesto a su naturaleza, los de Pablo Laso atinaron diana. Pero pudo ser lo contrario.

Y es que el encuentro fue pegajoso, navajero, constante en protestas, de cara o cruz. Muchos planteamientos cambiados.

El Real Madrid apostó cada uno de los primeros tres cuartos por un base distinto y empezó el último con el trío de directores de juego en la cancha.

El Barcelona se aferró primero a Tomic, ya es otro clásico sus agarradas con Rudy, para sorprender con Abrines y encomendarse a Marcelinho tras la única ráfaga blanca. Fue a la vuelta del refrigerio que no existió para la carpa Vip clausurada por amenaza de temporal. Nos persigue la ciclogénesis...

El conjunto merengue hizo un poco de run&gun en cinco minutos del tercer período para dar la vuelta a un marcador que lo tenia paralizado al descanso (del 38/42 al 51/47). Pero fue un espejismo. Y también una cita con la madurez.

Debía mostrar el Real Madrid su aprendizaje para los altos vuelos y ganar en un registro atípico, alejado de sus triunfos últimos. Sufrir hasta la extenuación. Y a eso lo llevó el Barcelona. Hasta a falta de una décima. El límite del límite.

Sergi Llull cerró un partido histórico. Y los dos actores principales, Juan Carlos Navarro y Sergio Rodríguez, en un rol secundario. Tengo la sensación de que los blancos saben ya este nuevo estilo. Grandiosa final. Si la ACB quería vender el producto, lo ha logrado.