Astérix entre una tropa de Obélix

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Oscar Vázquez

El vigués Joaquín Maguna, de 70 kilos, es el medio melé más liviano

31 ene 2014 . Actualizado a las 11:49 h.

Delgado y espigado, por fisiología podría pasar por un corredor de fondo, pero Joaquín Maguna (Vigo, 1990) es el medio melé del Universidade de Vigo, el conjunto gallego de la División de Honor de rugbi. Un tirillas con pinta de Astérix en medio de un mar de Obélix que suple su falta de kilos con la inteligencia y la calidad y que ya está en la órbita de la selección española.

Joaquín tuvo que aprender a jugar en desventaja desde el principio. El rugbi le venía de cuna -«mis tíos y mi hermano jugaban»- y a los doce años ya formaba parte del equipo cadete del Vigo Rugbi y se media a jugadores tres años mayores que él. «A esa edad yo era mucho más pequeño y ahí aprendí a moverme un poco», recuerda.

Desde el principio se colocó en el centro del campo, como medio melé, para distribuir el juego en ataque y organizar el defensivo de los suyos. El puesto, por definición parece reservado a los más talentosos y a los que tienen menos envergadura, pero el vigués no llega a la media. «Tiene poco peso. En su puesto en la Liga española los rivales se mueven entre 80 y 85 kilos», especifica David Monreal su entrenador, un peso que se dispara hasta los 95 kilos si hablamos de un profesional. Maguna le quita importancia al dato: «En mi puesto suelen ser los más pequeños».

Pero lo cierto es que Joaquín brilla jornada tras jornada en el equipo. «Se puede decir que es el jugador revelación», indica su entrenador. Porque a sus 23 años, el vigués ha entendido como pocos su papel en el campo para burlar el choque con rivales que le quitan un puñado de centímetros y sobre todo, un porrón de kilos. «Es listo, tiene iniciativa, desparpajo y mucha sangre fría, se nota el entrenador que lleva dentro», porque al margen de marcar el juego del primer equipo, entrena en la escuela y completa su carrera de INEF.

Distribuir, su función

Maguna lo simplifica todo al hablar de sus tareas. «Yo la paso, distribuyo, mi puesto tampoco exige mucho contacto si no lo buscan. Todos los balones pasan por el nueve, entonces siempre estás cerca de la pelota, pero los gordos de mi equipo me cubren muy bien».

Eso no significa que rehúya la batalla pese a la desigualdad física. Los códigos no escritos de una disciplina tan noble no lo permitirían: «Cuando vienen hay que agacharse y empujar. No te vas a esconder, no te da tiempo a pensar en el tamaño de la gente», y aunque su función es más constructiva que defensiva, también apunta Monreal que sabe placar. «Sabe de sus posibilidades y las exprime».

Para ser un medio melé completo, de la vieja estirpe (rápido y clarividente) le quedan dos pasos que concretar. El primero, soltar con mayor celeridad el oval -«tiene que ser más rápido, a veces le cuesta»-, aunque el asegura que lo suelta a la primera. El segundo, la velocidad. «Tampoco te creas que soy tan rápido, aunque corro un poco más». Sus neuronas y su técnica corren por él. Lo esencial aunque pese 50 kilos menos que cualquier rival.