Aún no hay un equipo de la NBA en España, y aquí nadie se lleva las manos a la cabeza. Si los Lakers nos esquivan, no será porque no se le haya ocurrido a algún presidente autonómico inspirado. En el país de los aeropuertos sin aviones, de la Ciudad de la Cultura y de los niños con fiambreras en los colegios, nunca ha faltado de nada cuando se trataba de hinchar la burbuja del deporte (mediático, que no el auténtico).
Pero si hay que ponerse, nos ponemos. Cuando en Bruselas le tiraron de las orejas por el hedor del fútbol de élite, Joaquín Almunia, que ha de ser buen jugador de mus, dobló el envite, aunque suene a chiste. Igual hasta investiga las deudas de los clubes con Hacienda, espetó. Eso es un líder. Se prevé una actuación implacable, que recuerde a la épica batalla de nuestras autoridades cuando se pusieron, ahora sí ya en serio, a pelear contra el dopaje. ¡Qué manera de destapar positivos!
En España, cualquiera «metería a todos los políticos en la cárcel», pero luego Messi llega a los juzgados jaleado por un coro entregado con finura a la presunción de inocencia. En el país de las preferentes, ayer mismo se evitó aclarar si Bankia, una entidad nacionalizada, financió el fichaje de Bale por el Madrid. Mientras el juez Ruz indaga si fueron muchos los millones que se evaporaron en la negociación del fichaje de Neymar, el barcelonismo se preocupa por si Messi se enfadó con su fisioterapeuta. ¡Total! Seguro que la mayoría hacen lo mismo. Qué crack, Almunia: «Esas cuestiones relativas a las deudas con Hacienda de clubes de fútbol españoles, lo hemos mirado, hemos pedido información, pero no hay ninguna decisión al respecto, lo cual no excluye que en el futuro no pudiese haberla». Un genio.