«Te doy 60.000 euros por perder»

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

STEFAN WERMUTH

Los sobornos vinculados a apuestas crecen en el tenis, con un español investigado estos días

17 dic 2013 . Actualizado a las 17:58 h.

«Te doy 60.000 euros por perder». El soborno se lo ofrecen la víspera de un partido de un torneo de la ATP a una persona del círculo íntimo de un jugador español, según explica el protagonista a La Voz. Debía trasladar la oferta, procedente de una mafia que se enriquece con las apuestas, al tenista, cuyo resultado más probable, además, ya era la derrota. Tras rechazar el amaño, no informó de la propuesta al interesado hasta días después, como simple anécdota, y tampoco denunció los hechos para evitar problemas. La ley del silencio. Casi nadie sabe nada, casi nadie ve nada, salvo cuando las grabadoras se apagan y las fuentes admiten el grave problema que carcome el tenis en su eslabón más débil, los cientos de torneos de formación que cada año disputan deportistas que quieren llegar al grupo de 100 profesionales bien pagados.

Alrededor del pobre reparto en premios, que prima de forma deproporcionada a las estrellas, se articula el discurso de justificación de los involucrados y también de las personas que rechazan estas prácticas. Un resultado orquestado proporciona muchos más ingresos que semanas de esfuerzo honesto en torneos por todo el mundo.

Hace días trascendió la investigación de un soborno protagonizado por un tenista español. Cada cierto tiempo, aflora un caso. Solo las operaciones con aspecto de burdos engaños se intentan demostrar, cuando se registran grandes sumas a favor de resultados que van contra toda lógica. Pasó en varios partidos investigados: Nicolay Davydenko-Martin Vassallo Argüello, Carlos Berlocq-Richard Bloomfield, Yevgeny Kafelnikov-Fernando Vicente, Juan Ignacio Chela-Eduardo Schwank. La lista es larga. Por eso en el circuito se identifican grupos de entrenadores, jugadores y extenistas argentinos, rusos y también italianos con los que contactar para amañar un partido, según explica una persona habitual en torneos internacionales.

Los rectores del tenis profesional dictan medidas contra el fraude, infiltran topos para ofrecer apaños, controlan las lesiones que aducen los protagonistas... La Unidad de Integridad del Tenis vigila la limpieza del negocio. Pero la lucha contra el fraude va por detrás de los tramposos. Se prohibieron los portátiles en las gradas, y pronto proliferaron los smartphones. Andy Murray reconoció hace años el amaño de partidos como práctica extendida, aunque se retractó luego.

Los sobornos funcionan a tres niveles. En los torneos de mayores premios, donde conviven multimillonarios con jugadores que disfrutan de una posición cómoda, se permiten apuestas de más de medio millón de dólares. Se ofrecen grandes cantidades por perder porque las ganancias potenciales son mayores, tal como explica un buen conocedor del circuito.

En los challenger de la ATP o los torneos ITF femeninos, se mueven clanes sospechosos. Se pueden ofrecer 10.000 euros por derrota, según algunas estimaciones. Pocos jugadores ganan para cubrir gastos y hay elementos que sucumben a la tentación.

Pequeñas cantidades

En los torneos más modestos de los paneles de apuestas, futures de la ATP y citas de la ITF -más de 15 citas de forma simultánea en algunas semanas-, los trapicheos se mueven en el círculo de los jugadores, que pactan resultados y encargan una batería de apuestas pequeñas que no dejan rastro.