
Iván Raña participa mañana en la isla de Kona en la final del Ironman
11 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Para Iván Raña (Ordes, 1979) mañana será un día especial. A las seis y media de la mañana (18.30 horas, en España) arrancará su participación en una de las pruebas más icónicas del triatlón: el campeonato del mundo de Ironman (3,8 kilómetros a nado, 180 en bicicleta y 42,195 de carrera pedestre). Cuando el nació, apenas tomaban la salida una decena de deportistas, hoy son más de dos mil intrépidos que se atreven con un desafío que, tal y como relata el propio triatleta gallego, no se ciñe a una prueba. Late durante toda una semana.
El ambiente
En el agua desde primera hora
Cada mañana, sobre las siete se meten en el agua más de 1.000 persona a entrenar, es algo increíble. Cuando vas nadando hasta te puedes subir a un barco y te dan café y cookies (galletas). En las boyas, a veces, hay tesoros. Las marcas deportivas dejan bolsas con algún regalo, para el que quiera bucear. A Pablo Israel, gallego de O Barco, por ejemplo, le tocó estos días un premio de esos y menuda alegría se llevó.
Fuera, en la orilla, casas comerciales de bebidas energéticas te facilitan la hidratación en un sitio de tanto calor, y gratis, claro. Creo que es la mejor carrera que voy a correr. Los Juegos Olímpicos están a este nivel ó más, pero al haber más deportes, mucha de su repercusión llega por esa dimensión planetaria de la cita. Aquí es cien por cien triatlón.
Un paraíso
El escenario de película
El otro día salí a probar el recorrido completo y cuando estaba nadando me fijé en el fondo y vi dos peces grandes. ¡No eran peces, eran delfines! Y de pronto me vi rodeado por entre 40 y 50 delfines que se acercaron tanto que hasta los podía tocar. Creo que me acordaré de esta sensación durante mucho tiempo. Luego, está la Queen Highway, por donde transcurre el segmento ciclista, y que está abarrotada de «grupetas». Siempre hay una rueda que seguir y un pique asegurado. Y finalmente, el Alii Drive, un bulevar junto al mar por el que se desarrolla el maratón. Es una carrera popular todos los días. Algunos se machacan por sobremotivación, otros van a ver entrenar y otros a ligar, pero todos son auténticos locos del triatlón.
El recorrido
Ni un momento de relax
La carrera no tiene ni un segundo para la relajación. No es que el perfil del recorrido sea asfixiante, pero en todos los rincones del trazado sopla el viento. Eso obliga a no pararte, a estar todo el rato exprimiéndote. No hay curvas ni bajadas en las que puedas dejar de pedalear. Ahora entiendo por qué hay tantas explosiones aquí. Incluso de gente que va liderando la carrera y, de pronto, se retira desfondado.
El calor y la humedad
Hacen mítica la prueba
Como destacaba antes, el perfil de la competición no la hace especialmente exigente, pero hay otro tipo de factores que, con el paso de los años, la han convertido en un evento mítico. El calor y la humedad son parte de estos elementos que multiplican su dureza. Se dejan sentir desde los primeros minutos y, sobre todo, en el tramo final, en el trecho pedestre. Nadie ha superado todavía la marca de 2.40 horas en el maratón.
La motivación
Nivel competitivo máximo
Todos los participantes comienzan este Ironman con la máxima motivación. En la prueba élite solo están los elegidos, los que se consiguieron clasificar a lo largo de toda la temporada. Están donde querían estar y se esfuerzan desde la salida para demostrarlo.