Lendoiro ha embarrado el proceso concursal al límite. Ha dilatado el mismo todo lo que ha podido perjudicando al club, al que ha puesto en una situación de incertidumbre permanente y ha obligado a vivir en una precariedad absoluta.
A estas alturas no hay que ser muy erudito para saber que todo lo que está haciendo Lendoiro va encaminado a salvarse a sí mismo. Y salvarse es para el actual presidente mantenerse en el cargo o evitar la tan temida pieza de calificación, es decir, que se le exijan responsabilidades por haber llevado el club a la ruina.
Ha generado una situación tan absurda que han tenido que ser los principales acreedores los que tomen la iniciativa, como es el caso de Hacienda.
Lendoiro dejó a deber a las arcas del estado la descomunal cifra de 93 millones de euros (15.500 millones de pesetas). Y a pesar de ello, anunció que se presentará a las elecciones. Este gesto es un alarde de desprecio, no solo a la Hacienda pública, a quien ha dejado un agujero gigantesco; sino al resto de acreedores y a todos los accionistas, socios y seguidores del Deportivo.
Quizá por ello, la propia Agencia Tributaria propone una comisión de seguimiento del convenio integrado por el fisco más otros acreedores. La comisión funcionaría en régimen de intervención, evitando así la posibilidad de que el propio Lendoiro fuera el encargado de ir devolviendo la deuda. Nadie espera ya que Lendoiro vea la luz y, repentinamente, por el bien del Deportivo, se aparte y deje que sean otros los que intenten la reconstrucción del club. Personas que no lleguen a la entidad a servirse y que no utilicen el Deportivo como una herramienta para manipular a su antojo.