Gómez Noya: «No recuerdo un verano de playa desde los 17 años»

DEPORTES

MONICA IRAGO

Cada agosto, el triatleta apura los entrenamientos para optar al título mundial. Este año busca el tercero. El próximo domingo abre uno de los tramos más exigentes del año, con cuatro pruebas seguidas en Estocolmo, Iowa, Londres y Pekín. De un verano tan movido solo añora tiempo para pasar con los amigos

19 ago 2013 . Actualizado a las 19:41 h.

Su verano transcurre por las Rías Baixas, pero el triatleta Javier Gómez Noya vive la parte más dura de su preparación. No hay descanso para el subcampeón olímpico, que en cuatro semanas competirá en Estocolmo, Des Moines (Iowa, Estados Unidos), Londres y Pekín, una gira agotadora. Su reto, el tercer título Mundial, compensa cualquier esfuerzo, y su ilusión actúa como su gasolina desde siempre. «Para mí este es el momento de entrenamientos más duros de todo el año», explica en su casa a las afueras de Pontevedra.

-Imaginemos que el triatlón no formase parte de su vida. ¿Dígame un buen plan para el verano en Galicia?

-Si no estuviera entrenando, disfrutaría de las playas en Galicia. Buscaría alguna no muy masificada porque, si no, me estresaría un poco. O igual haría senderismo, saldría a caminar por zonas de montaña más tranquilas. Estuve entrenando hace poco en Os Ancares y me encantó. Sé que hay rutas espectaculares, comería bien, estaría tranquilo...

-También es aficionado al surf.

-En verano hay mil playas, pero quizá los sitios para surfear están algo masificados. Casi prefiero ir en noviembre, con mejores olas que en agosto.

-¿Qué playa de surf recomienda?

-Como ferrolano, evidentemente Doniños, y Valdoviño, Pantín... Son playas donde también hay mucha gente, así que funcionan mejor en invierno que en verano, también por las olas. Pero en Galicia hay un montón de playas con muchísima calidad para el surf.

-También ha surfeado después de algunos triatlones en otros países.

-Uno de los sitios que más me gustó fueron las bahías de Huatulco, al sur de México, en el Pacífico. Hay muy poca gente, sin apenas turismo. Es un lugar espectacular para encontrar olas buenas. Estuve en el 2010 al terminar la temporada. Me prestó el material un chaval local, un triatleta popular que me llevó a varios sitios. Agua a 26 grados, buenas olas... Un paraíso.

-¿Coge la guitarra estos días?

-Siempre tengo alguna acústica a mano. Al estar en casa entrenando sí la cojo con frecuencia. Igual estoy solo un rato. Cuando voy fuera, ya nada.

-¿Cómo le vino esa afición? ¿Estudió música o fue autodidacta?

-La música me gustó desde pequeño, y es una parte importante en mi vida. Me acompaña en el coche, al entrenar... Tocar la guitarra me relaja. Me olvido del triatlón. Es bueno tener otras cosas en la mente, pasatiempos. Fui autodidacta, aunque me habría gustado ir a clases y aprender mejor. Mi hermano tocaba, fui viéndolo y me enseñó lo básico. Para tocar canciones no dejas de ser un amateur y te llega.

-¿Qué concierto le gustaría ir a ver?

-Me gustaría ver a los Rolling Stones en directo, pero quizá sería mejor en los 80 o 70. También habría preferido escuchar a Metallica en los 90. Los vi en el Palacio de los Deportes de Madrid en el 2009, pero sonaron regular, quizá por el lugar, y en Rock in Rio Madrid en el 2010, ya muy bien.

-¿Qué lee estos días?

-Lo último que leí estaba relacionado con el deporte, The Secret Race, del ciclista Tyler Hamilton [Ganar a cualquier precio, su edición en español]. Habla de los años noventa en el ciclismo, con cosas impactantes de Lance Armstrong.

-Cuenta con crudeza detalles sobre dopaje.

-Sí, relata como las prácticas de dopaje estaban instaladas hasta el escándalo del Tour del 98, y a partir de entonces eran los corredores los que conseguían las sustancias. Te impacta. Igual antes era lo más normal, pero ver todo con nombres y apellidos...

-Con Armstrong se le cayó un mito.

-Como aficionado, crecí con sus gestas en el Tour y me pareció un gran corredor. Luego de mayor desconfías, crees que igual no iba limpio... Y cuando saltó todo el escándalo, ya no me cogió por sorpresa. Es una lástima, pero tiene que pagar por lo que hizo, tanto él como todo el que haga trampas, de cualquier tipo.

-¿Cómo se ve dentro de diez años?

-No lo sé, me gustaría seguir ligado al deporte y aprovechar mi experiencia, a nivel técnico o en un centro, con un club o una selección. No lo sé.

-Iba para ingeniero de Caminos. ¿Qué sería hoy sin el deporte?

-Si no fuese por el deporte, igual estaba en el paro, o con un trabajo normal, o habría volcado todas mis fuerzas en ser un buen guitarrista, y me dedicaba a la música.. Iba a estudiar esa ingeniería, así que habría acabado la carrera. El deporte siempre me apasionó desde pequeñito. Cuando jugaba al fútbol o nadaba, me esforzaba en cada entrenamiento.

-En los viajes fuera, ¿la gente le pregunta por los problemas de España, por la corrupción y el paro?

-La gente te pregunta si por la calle se ve el problema de paro, una desgracia generada por muchas causas. Los problemas de corrupción dan muy mala imagen del país. La gente te vacila y no queda más que admitir el problema, porque es la verdad. Es un poco triste, pero cierto.

-La temporada pasada la finalizó con una especie de vuelta al mundo y luego empezó las vacaciones.

-Como la última carrera la tuve en Hawái, luego pasamos unos días allí, en Maui, desconectando, disfrutando de toda la isla, subiendo a un volcán a tres mil y pico metros.

-¿Y este año habrá viaje final?

-No lo sé. Si después de China acudo a la Copa del Mundo de Cozumel, en México, aprovecharé para hacer un viaje. Tengo otro compromiso en San Francisco de un par de días y podría ir con Carlos [David Prieto, su entrenador] de ruta por los parques nacionales de California, Yellowstone, Yosemite y demás. Las otras veces que estuve allí me tocó competir en la costa y no conozco esa zona.

-Cada año completa varias vueltas al mundo. Siempre toca Australia, Estados Unidos y Asia. ¿Todavía encuentra lugares que le sorprenden?

-Sí, siempre encuentras lugares que te sorprenden. Depende de lo que tú quieras, puedes salir a entrenar en una carrera y no ver nada, que es lo que haces casi siempre, o investigar un poco y descubrir cómo vive la gente de esos lugares. Te encuentras sitios bonitos, culturas diferentes... En Europa hay menos diferencias respecto a España, pero en Japón, China y también en Estados Unidos hay cambios culturales muy grandes.

-¿Qué viaje reciente le llamó la atención?

-Admiro el nivel tan alto de civismo que hay en Japón y su respeto por todo: sus cosas, su naturaleza, la limpieza de las calles, los turistas, el trato a las personas. Su educación es muy difícil de ver en otro sitio del mundo. Siempre estás a gusto en Japón.

-Va al contrario que el resto. En verano no tiene apenas tiempo para descansar y en otoño empiezan sus vacaciones, ¿cómo lo lleva?

-Mis veranos son un poco raros. Ya estoy acostumbrado porque es mi época de máxima intensidad de entrenamientos. No me da tanta envidia ya saber que la gente y mis amigos están en su agosto. Tengo asumido que mis vacaciones son en otro momento. También en enero o en febrero yo estoy por Australia entrenando duro y disfrutando a 35 grados. Es un estilo de vida diferente, con unas cosas buenas y otras no tan buenas. Cada uno mira si le compensa. A mí no me importa entrenar como un bestia en agosto porque luego tengo mi recompensa.

-¿Recuerda el último agosto sin obligaciones, o en la playa?

-No recuerdo un verano de playa desde que tenía 17 años. Cuando era nadador terminábamos la temporada en julio. Y en agosto estabas con los amigos e ibas a la playa todos los días y lo pasabas bien, aunque ya entrenases algo.

-¿Qué añora de un verano normal?

-Más que ir a la playa o descansar, el hecho de estar con amigos. El verano es una época en que muchos amigos de la infancia están en Ferrol o regresan a Galicia con tiempo libre. Eso sí echo de menos, no tener tiempo para estar con ellos o ir a cenar.