La composición del podio de 200 metros masculino no ha supuesto ninguna sorpresa. La victoria de Usain Bolt (19.66) ratifica las previsiones de los analistas. La plata de su compatriota Warren Weir (19.79) y el bronce del norteamericano Curtis Mitchell (20.04) dan sentido al valor de sus credenciales y a su ubicación en el ránking mundial. Las dos primeras posiciones carecieron de incertidumbre. Sin embargo la lucha por la tercera plaza fue muy disputada, ya que estuvo separada por tan solo una centésima del cuarto clasificado, el jamaicano Nickel Ashmeade (20.05) que llegó ligeramente antes que el británico Adam Gemili (20.08).
La carrera tuvo dos partes diferenciadas. La primera, en la que tanto la salida, aceleración y velocidad máxima, fueron ejecutadas por el jamaicano con su máximo empeño. Y la segunda, coincidiendo con el último tercio de carrera en la que debe procurarse mantener la velocidad, aunque exista un ligero deterioro de la misma, en la que Bolt decidió conservar la ventaja acumulada y rebajar los niveles de aplicación de fuerza en sus apoyos. Aquí sucumbió la pretensión de cosechar un mejor registro.
Pero en ningún momento peligró la victoria del caribeño porque ya desde el inicio ocupó la primera posición. A pesar de esa actitud logró rebajar en siete centésimas la mejor marca mundial del año que estaba en su poder. Pero el valor de este tiempo es inferior al que obtuvo en el hectómetro, además logrado en unas condiciones ambientales menos favorables.
Me hubiera gustado ver a un Bolt más comprometido con el espectáculo del máximo esfuerzo y no solo con el objetivo de conseguir una nueva medalla. Pero nada que objetar. Está en su derecho de gestionar sus energías como hacen otros atletas que se limitan a ganar y reservarse para los mítines internacionales. Tampoco nos olvidemos de que esta tarde el extrovertido atleta tiene una cita con la historia en la previsible disputa con Jamaica de la final de 4x100 metros. Salvo sorpresa conseguirá un nuevo oro.